XLII

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El reloj suena y me cuesta incorporarme. Me lavo la cara y noto que la fiebre no ha disminuido. Ayer al llegar caí rendida en la cama. Me cambio, maquillo y cojo los papeles antes de salir de la habitación.

- ¿Que te crees que estás haciendo? - pregunta Polly.

- ¿Ocurre algo?- pregunto confundida.

- Deberías de estar descansando .

- Me encuentro bien Polly... Además hoy tenemos reunión. - digo guardando los papeles en el bolso.

- Freya no me gusta que te descuides tanto por el trabajo.

- Lo necesito... Sabes que lo necesito.

- Si pero... No se que hacer para que estes bien.

- A tu lado no podría estar mejor.- le sonrió antes de darle un abrazo. - ¿Vamos? - digo bajando las escaleras y terminando la conversación.

...

- Ya hemos escuchado todos los progresos y realmente esperaba más de vosotros.- dice Thomas decepcionado. - Freya te toca. -Tardo unos segundos ordenando los papeles y siento todas las miradas en mi.

- Emm... Si.- digo apartando el pelo de mi cara.

- No te pongas nerviosa Freya. Todos sabemos que eres nueva y no te ponemos presión. - dice Liezze en una forzada sonrisa.- la miro con indiferencia unos largos segundos y antes de hablar levanto unos papeles.

- He logrado aumentar un sesenta por ciento nuestras ganancias a costa de los veinte clientes que Thomas me traspaso...

- ¡Como!- grita Polly eufórica interrumpiéndome.

- Probablemente dentro de unos tres meses logre subirá al setenta por ciento pero por ahora estos son mis avances.- digo por terminar tomando asiento y me sorprende al ver que todos empiezan a aplaudir.

- Al menos una buena noticia, una muy buena.- dice Thomas encendiéndose un cigarrillo.

- Freya eres increíble.- dice Polly acariciándome el brazo.- Ahora entiendo todas esas horas extras que hacías en casa.

- No es para tanto..- le digo avergonzada.

- ¡Esto hay que celebrarlo! - grita Arthur levantándose. - Todos al Garrison, la cuenta va a mi.- todos le siguen y yo me quedo recogiendo mis papeles para dárselos a Thomas. Espero a que salgan todos y me acerco a él.

- Necesito que me firmes esto. - le digo sin mirarle a la cara y dándole los archivos.

- Gracias Freya, por todo el trabajo que estás haciendo.

- Solo son mis deberes.- digo esperando a que termine.

- Te daré un aumento, es lo mínimo.- dice dándome la carpeta.

- Gracias.

- Charlie te enseñó muy bien...- yo solo lo miro unos largos segundos sin decir nada.

- Si, he aprendido del mejor...- digo dándome la vuelta y saliendo de la oficina.

...

Llevamos como dos horas en el Garrison y todos están festejando menos yo.

- ¡Freya, anímate! - grita Polly acercándose a mi. Yo le doy una triste sonrisa y ella lo nota.- ¿Ocurre algo?

- La fiebre aún no me ha bajado...- digo temerosa de su reacción.

- ¡Te dije que tenías que descansar!- dice antes de acariciarme la mejilla con cariño.

- Me sabe mal pero me voy a retirar, festejen sin mi. ¿Si?- le digo poniéndome el abrigo.

- Un momento.- dice dándose la vuelta. - ¡James! ¡James!- grita Polly alzando el brazo. De repente se acerca un hombre alto y muy apuesto con una copa en la mano y un cigarrillo en la boca. Sus ojos son claros y a la vez oscuros. Tiene la mandíbula bien definida y unos labios carnosos. De donde había salido tal Dios griego.

- James. Acerca a Freya a casa por favor. No se encuentra bien.

- Oh no, no... Por favor ni hace falta yo puedo ir sola Polly, de verdad.

- No voy a dejarte caminar en medio de la noche, enferma y sola Freya, por favor.- la miro dudosa por el desconocido y ella lo entiende.- James es un amigo cercano, te tratará bien. ¿Verdad? - pregunta mirándolo. Él suelta una tímida sonrisa antes de responder.

- Haré todo lo que esté en mis manos para no incomodarla con mi presencia señorita Freya.- su presencia hace de todo menos incomodar... Aparto esos pensamientos y decido por marcharme.

- No perdamos más tiempo.- digo cogiendo el bolso y dirigiéndome a la salida.

- ¡Descansa querida! - grita Polly a lo lejos. Veo como Thomas no deja de mirarme ni un segundo. Agilizo mi paso y salgo por la puerta sintiendo el frío de la noche.

- Toma.- dice James a mis espaldas y yo me doy la vuelta para ver de que está hablando. Sin poder reaccionar veo como se quita la bufanda y me envuelve con ella.

- No hace falta...- no me deja terminar.

- ¿Estás enferma no?- dice con el cigarrillo entre los labios y terminando de enrollar la bufanda.

- Seria una pena que empeorarás.- lo miro en silencio, confundida pero agradecida.

- Gracias...- digo tímida por la cercanía del desconocido.

- Tengo el coche aparcado a dos calles. Te haré caminar un poco. - No respondo, solo le sigo en silencio.

...

- Ya hemos llegado...- dice apagando los motores.

- Gracias y siento haberte molestado.- digo bajando del coche y veo que él hace lo mismo.

- No es nada, ademas ya me estaba cansando te tantos gritos. - dice en una dulce y misteriosa risa.- Vamos te voy a preparar un té para que descanses.- dice dirigiéndose a la casa.

- No hace falta que te tomes tantas molestias...- digo apresurando la caminata para alcanzarlo. El se detiene de golpe y yo me choco contra su voluptuosa espalda. Me tambaleo pero el me sujeta de la mano impidiendo que me caiga.

- Lo siento.- dice preocupado.

- No pasa nada.- digo apartando la mano de su agarre, por alguna razón sentía cosquillas.

- Realmente estás caliente...- murmura antes de llevar su mano a mi frente y su gesto me toma por desprevenida.- Vamos. - dice adentrándose a la casa. Subo directamente a mi habitación y me quito el abrigo y la bufanda dejándolos encima de la silla del tocador. Me quito el vestido y me vuelvo a poner mi ancho jersey gris que me llega hasta las rodillas. Busco un cigarro y me lo llevo a la boca sentándome al lado de la hoguera.

...

- Con esto deberías de poder dormir bien.- dice entrando a la habitación.- apago el cigarrillo y me meto en la cama bajo su atenta mirada. Al verme bien tapada me da el té.

- Gracias. Pero repito, no tenías que tomarte tantas molestias.- digo antes de llevarme la taza a la boca. El sabor a miel con limón y alguna hierba me relaja.

- Cuando uno está enfermo es cuando más solo se siente...- dice encendido un cigarrillo. Admiro sus perfilados rasgos que parecen aún más divinos con la tenue luz de las velas y la hoguera. Yo no digo nada solo sigo bebiendo de mi te.

- ¿Tocas el violín?- pregunta curiosas mirando el instrumento que descansa al lado de la ventana.

- Si.

- Mi madre también lo tocaba.- dice en una amarga voz.

- La mía también... Fue ella quien me enseñó.

- Aun te queda algo de ella.- es como si me entendiera a la perfección.- Bueno, voy a dejar de hablar para que puedas dormirte.

- Ya puedes irte, no tomo más de tú tiempo.- digo dejando la taza en la mesita y acurrucándome en las mantas.

- Me iré cuando te duermas.- dice sin mirarme encendiendo otro cigarrillo. Quien es este hombre y por qué está despertando en mi tanta curiosidad. Cierro los ojos sin decir nada más. El cansancio y el dolor físico más el malestar hacen que no tarde en caer en los brazos de Morfeo. Aun noto la dulce miel bajar por mi paladar y hace que me sumerja plácidamente en la oscuridad.















...

Fallen - Peaky Blinder-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora