Capítulo 24

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«Partes de uno que da miedo ver»

Alynne

Después de lo ocurrido con Harry y Louis, Ross y yo estábamos paseando hacia ningún lugar concreto. Todo hasta que él se frenó, me observó y se inclinó hacia delante.

—Nunca me has contado los sueños locos que tienes.

—Tengo dos —dije, riendo un poco—. ¿Quieres oírlos?

—Por supuesto que quiero, Juliette.

Él, a mi señal, echó de nuevo a caminar. De vez en cuando me dirigía la mirada y sonreía de forma adorable aunque tratara de mostrar una faceta más dura e indiferente.

—Cantar una de mis canciones favoritas a pleno pulmón en un coche, yendo sin destino alguno —confesé. Ross hizo un movimiento con la cabeza—. Y que alguien me cante una canción.

—Ah, eso es fácil. Lo puedo hacer yo mismo —indicó con aquella sonrisa orgullosa que ponía siempre—. ¿Me permitirías ser ese alguien?

—Depende. Tú dijiste que te gustaría hacer una lista de reproducción dedicada a una persona especial —le recordé—. ¿Me permitirías ser esa persona especial?

—No tengo que permitírtelo —No estaba segura de si era la respuesta que esperaba.

—¿No?

—Ya lo eres, Alynne —remarcó cada palabra—. Tú ya eres mi persona especial. Y, además, ya tengo hecha la lista.

No me lo creí.

—¿Y dónde está? —inquirí con un poco de diversión y curiosidad al mismo tiempo—. ¿Eh?

—Debería estar en la mesa de tu habitación —anunció él alzando los hombros, tan tranquilo.

—¿Has entrado en mi habitación a escondidas? —le pregunté. Y cuando vi que contenía la risa, alcé un poco la voz—. ¡Ross, contéstame ahora mismo o...!

—¡Claro que no! —estalló en carcajadas y después tomó algo de aire—. Solo la dejé en tu habitación aprovechando que tenías la ventana abierta. No lo puedes considerar como invasión de privacidad, vecina mía. No he tocado un centímetro de tu casa sin que tú estuvieras presente.

Me calmé un poco.

—¿Y aquella vez que entraste por mi ventana?

—Tú dejaste que me quedara —contestó, muy tranquilo—. Estabas presente. De todas formas, si te molesta algo que yo haga solo tienes que decírmelo. No tengas miedo.

Sonreí y me centré en las últimas palabras de Ross. Fuera mi vecino, mi amigo o mi novio... siempre sería una persona especial para mí. Siempre. Eso no iba a cambiar.

—Está bien, cariño.

Ross se sonrojó un poco al oírme decir eso. Creo que todavía no se acostumbraba a que le llamara así. Hizo un movimiento con la mano incitándome a que lo siguiera, así que lo hice con paciencia. Él volvió a frenarse en un punto concreto que debo confesar que me dio miedo. Se frenó delante de lo que intuía que era el coche de sus padres... o el suyo. Pero hasta donde yo sabía, Ross solo tenía moto. Jamás lo había visto conducir un vehículo que no fuera su amada moto negra.

—Sube —me dijo de forma muy suave.

—¿Estás loco?

—Quiero cumplir tu sueño. Quiero ser tu persona especial —contestó. Pude captar un brillo en sus ojos azulados—. Sube, Alynne.

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