Capítulo 39

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«¿No estaba todo bien?»

Ross

Mentiría si dijera que todo estaba bien. En realidad sabía que aquello iba a pasar. Estaba tenso. Sentía que la totalidad de mi cuerpo estaba en tensión y que no podría hacer nada para aliviarlo mientras Luke siguiera observando de esa forma a Alynne.

—Se nota que os hacéis felices el uno al otro —indicó mi madre, a lo que yo sonreí un poco—. Solo hay que ver la forma en la que sonreís cada vez que os dirigís la mirada. ¿No es cierto, Stella?

—Totalmente —La madre de ella asintió con la cabeza en un gesto plenamente convencido—. Y me alegro de que sea así.

—Yo también —aludió Alynne. Noté cierto tono de tristeza en su voz—. Me haces muy feliz, Ross. Lo digo en serio.

—Ya lo sé. Tú a mí también.

Joder, qué cursi me había salido eso.

No sabía por qué, pero notaba que algo no iba bien. De repente pensé en la conversación que tuvimos Alynne y yo la noche de mi cumpleaños, justo después de que la oyera conservar sobre algo con Louis y me preocupara de inmediato. Parecía que ella se sentía igual que entonces. O peor. Era evidente que algo ocurría.

Me llevé otro trozo de comida a la boca. Habían hecho chili. Y a mí me encantaba el chili.

—¿Te gusta la comida? —me preguntó Stella con suavidad.

—Me encanta —logré articular antes de dar otro bocado—. A este paso voy a tener que pedirle la receta. Esto está buenísimo.

—Me alegro de que te guste. ¿Tendrás suficiente?

—No se preocupe por eso, seguro que sí.

Ella asintió con la cabeza. Alynne, en cambio, se mantuvo muy callada desde que Stella había comenzado a hablar. Vi que estaba jugueteando con el tenedor, dándole vueltas o observando el plato con una expresión neutral. Estaba demasiado pensativa.

—Creo que ya no tengo hambre, mamá.

—Está bien —murmuró en un gesto tranquilo y después susurró algo que no escuché.

Un sonido repentino me sacó de mis pensamientos. El tono de una llamada desde mi teléfono. Lo cogí y observé la pantalla en un movimiento rápido.

Harry.

—¿Puedo salir un momento? —pregunté. Su madre asintió—. Gracias.

Empujé la silla hacia atrás, comencé a caminar hacia la salida y me puse el móvil en la oreja para escucharlo bien. Salí completamente al exterior y sentí el aire fresco que me provocó un escalofrío.

—Dime.

Su voz resonó en una cuestión:

—¿Te encuentras bien?

¿Que si me encontraba bien? Sí. Eso suponía, al menos. Es decir, me sentía algo preocupado por las señales que Alynne me estaba dando durante los últimos días. La notaba muy fuera de sí, aunque pensé en que a lo mejor era por la cena, por las insinuaciones de mi padre o por cualquier otra cosa. No lo sabía. Pero tampoco deseaba presionarla demasiado.

—Pues sí —contesté no muy seguro—. ¿Por qué? ¿Ha pasado algo?

—¿No lo sabes todavía?

Me estaba comenzando a preocupar. Sentí una presión en mi pecho que duró unos segundos hasta que pude dejar escapar el aire que había retenido. Observé a todos lados y enfoqué la vista en la figura de Alynne en la mesa.

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