Capítulo 27

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«Gracias por hacerme entender que incluso lo más bello puede destruirte»

Ross

Quería largarme.

Quería salir corriendo de allí.

Pero no lo hice porque supuse que era más importante escuchar a mi... a Alynne. ¿Podía considerarla como mi novia después de aquello? No lo sabía.

En aquel momento no sabía nada.

—Es que no lo entiendo —dije tras un momento de silencio—. ¿Qué he hecho mal contigo, Alynne? Porque está claro que algo he hecho mal. ¿Qué ha sido?

«¿Acaso no te he amado lo suficiente?»

—No has sido tú —afirmó con la voz rota. Se acercó hacia mí y quiso tocarme la mano, pero yo no la dejé—. Ross, nada de esto ha sido culpa tuya. Te lo prometo.

—No me prometas nada, Alynne. No ahora —recalqué, muy seguro—. Me prometiste una sola cosa. Una sola. Que no me romperías el corazón. Y lo has hecho.

—Ross...

«Claro que no. ¿Cómo iba a querer a alguien cuando no me quiero a mí mismo?»

—Lo has hecho. Creí que aquella noche, viendo las estrellas, las cosas habían cambiado para mí. Me aferré a esa idea lo más fuerte que pude por el simple hecho de no querer perder a la única persona que me ha hecho sentir jodidas mariposas en el interior —expliqué mientras me dignaba en mirarla a los ojos. A la cara. Frente a frente—. Creí que lo nuestro sería sano. Creía que las mentiras habían quedado atrás.

—Yo no te he mentido.

—Claro que no, ¿cómo ibas a mentirme tú? Mírate —Una parte de mí, muy profunda, no quiso pronunciar eso en un tono tan despectivo—. La chica perfecta que nunca miente al resto. La que lo arregla todo. La que nunca ha roto un solo corazón. ¿O no? Ah, espera. Ya le rompiste el corazón a Andrew antes de hacer lo mismo conmigo.

Supe que había tocado un terreno que no debía tocar. Me di cuenta en seguida de que todas las cosas que estaba diciendo no eran más que intentos de defenderme por medio del orgullo que creía escondido.

El antiguo Ross estaba volviendo a mí. Aquel chico que chico que bebía alcohol hasta reventar y que, cuando se daba cuenta, ya había dañado a las personas más importantes que tenía a su alrededor. El que nunca supo amar y lo hizo de la forma errónea. El muchacho que se mostraba distante, orgulloso y frío con todo el mundo.

—No sabes lo que estás diciendo —defendió entre dientes.

—¿Crees que nunca me di cuenta de la forma en la que Andrew te miraba? No estoy ciego —El momento en el que ella entró en casa de Louis y su amigo rubio me dedicó una mirada de recelo puro vino a mi mente, proyectándose de una forma más clara de la que me hubiera gustado recordar—. Joder. Se notaba desde lejos que estaba colado por ti. Pero, claro, decidiste elegirme a mí. ¿Y para qué? ¿Me elegiste con el único jodido propósito de romperme el corazón? ¿De jugar conmigo? ¿De hacerme falsas ilusiones?

—Lo que estás diciendo son tonterías —enunció—. Ross, escúchame...

—Tú ya me has dicho todo lo que me tenías que decir. ¿Por qué debería escucharte?

—¡Ese es tu jodido problema! ¡Cuando algo te duele, tu instinto es atacar en lugar de creerte de una vez lo que te están diciendo en la cara! —gritó, casi pareciendo que iba a empujarme—. ¡Atacas cuando te sientes intimidado!

—¡Enhorabuena, acabas de descubrir que las cosas me duelen! —yo también grité—. ¡Ahora mismo me dueles incluso tú!

—¡No eres el único! ¡A mí también me duele!

Our Love Song © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora