Capítulo 30

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«Los derrumbes son algo natural, ¿no es verdad?»

Alynne

Estábamos en casa de Harry. Él, Louis, Andrew y yo. La pareja estaba recostada en el sofá mientras yo ocupaba un sillón y Andrew uno a mi lado.

—¿Queréis algo de beber? —ofreció Harry alzando la mirada hacia mí y hacia Andrew.

—Yo estoy bien —confesé con una sonrisa, haciendo una pequeña negación con la cabeza—, pero gracias igualmente, Harry.

—¿Y tú, rubito?

—Lo mismo que Alynne. Estoy bien.

Harry asintió con la cabeza y volvió a dirigir la mirada hacia Louis. Este último solo le observaba con un toque de ternura. Le brillaban los ojos. Creo que nunca lo había visto tan feliz como en aquel instante. Se notaba que Harry le hacía feliz y eso me ponía feliz a mí.

O bueno, al menos intentaba mostrarme feliz.

La realidad era que me sentía fatal por todo lo de Ross. No había tenido la fuerza de llamarle ni de hablar con él. Y además, él se mostraba tan diferente que no sabía ni siquiera cómo reaccionar a eso. A sus tratos y a sus palabras. Lo único que sabía era que ese Ross ya no era el chico adorable y dulce que había conocido hace meses.

Harry rompió el hielo con una expresión confundida.

—¿Desde cuándo Ross deja que le hagan fotos? —dijo mientras nos enseñaba un mensaje de una tal Jane de su móvil en la que se veía una fotografía de una chica bastante guapa que tenía a Ross al lado—. Ni siquiera sabía que Jane había vuelto.

La chica era preciosa, sí. Pero yo no pude evitar centrarme en la imagen de Ross. Él salía con una media sonrisa en la foto mientras su brazo estaba colocado en el hombro de la chica, que tenía una sonrisa aún mayor en el rostro. La cercanía que parecían tener me hizo ponerme un poco... celosa.

Vale, debía pararme. No estaba bien pensar así.

—¿Quién es ella? —lancé la pregunta al aire en espera de una respuesta.

—Es la mejor amiga de Ross.

¿Mejor... amiga?

La única chica de la que me había hablado Ross se apodaba Vivian. Me acordaba de esa conversación. Me había dicho que ya no era su amiga. Sí, lo recordaba perfectamente. Sin embargo, el nombre de Vivian no aparecía en la pantalla.

—Harry, ¿puedo preguntarte algo? —mencioné con inseguridad, moviendo un poco mi cuerpo en el sillón.

—Sí, claro. Dispara.

—¿Quién es Vivian?

Al parecer mi pregunta lo dejó mudo, porque en el momento en que me escuchó alejó la mirada de la mía y reflexionó bastante antes de volverse hacia mí y hablar:

—¿Ross no te ha hablado de ella?

—La ha mencionado, sí. Me dijo que era su amiga.

Y a juzgar por la expresión de Harry en aquel instante supe que se volvía bastante probable que Ross me hubiera mentido, o que me hubiera ocultado parte de la verdad. Estaba claro que la tal Vivian no había sido solo su amiga.

—Si hay alguien que tenga que hablar de ello contigo, ese es Ross —aludió Harry mientras me observaba—. Mira, Alynne, el tema es algo jodido para él. Cuando esté seguro de que quiere contártelo, lo hará. Pero hasta entonces...

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