Capítulo 47

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«Las personas cambian mucho, a veces incluso a mejor»

Ross

Como de costumbre, me desperté con un mensaje de Alynne.

Angelo <3: No te vas a creer con quién acabo de hablar. ¿Puedo llamarte?

Y fue suficiente para que mi curiosidad despertara.

Yo: Siempre puedes llamarme.

Así que lo siguiente que recibió mi móvil fue una llamada de Alynne. La cogí, claro. Y unos segundos después ya estaba escuchando su voz al otro lado de la línea.

—¿Te acuerdas de cuando me comentaste que íbamos a la misma clase de arte? —inquirió.

—Sí, me acuerdo —Claro que me acordaba. Era una de las razones por las que nunca había podido dejar de fijarme en ella.

—Pues resulta que había una chica que iba a mi clase con la que hablaba a veces. Me la he encontrado en un local y hemos acabado mencionándote —confesó muy tranquila—. Rebecca Wells, ¿te suena?

—¿Rebecca? —pregunté, asombrado—. ¿Has hablado con Rebecca Wells sobre mí?

—No todo es sobre ti, egocéntrico —Noté una pizca de diversión en su voz.

—Venga, ¿qué te ha contado? 

—Que te morías por mí. 

—¿Y te das cuenta ahora?

Me acordaba vagamente de Rebecca Wells, pero lo que sabía era que algunas veces la había visto junto a Alynne, sentadas juntas en clase o hablando de quién sabe qué. Porque claro, yo nunca me había atrevido a hablarle a Alynne y Rebecca intentó ayudarme con eso. Gracias a ella intercambié algunas palabras con la que ahora era mi novia. Sin embargo, dejé de verla cuando se mudó a Boston y perdimos el contacto. Suponía que con Alynne le había pasado lo mismo. Y me alegraba de que hubieran vuelto a cruzarse.

—Es muy simpática. Pasé la noche con ella y con Luca y nos divertimos mucho —aludió con felicidad—. Pero faltabas tú.

—Si querías que cogiera un vuelo a Boston solo tenías que decírmelo, Angelo —dije con una sonrisita—. Lo habría hecho sin dudar.

—Creo que de momento estamos bien así. Yo estoy sanando y tú también, y eso es lo más importante.

—Estamos juntos en esto.

—Lo sé.

Puse la llamada en manos libres mientras me levantaba y seguía haciendo lo que había empezado hace unos minutos. Moví el pincel entre mis dedos de forma habilidosa y continué haciendo trazos variados jugando con los tonos ocres, cafés y negros sobre el lienzo. Tenía a un lado la foto del fotomatón que nos habíamos tomado Alynne y yo la noche de mi cumpleaños. Más concretamente, esa en la que salíamos sonriendo, muy cerca el uno del otro. Aunque no me estaba fijando en mí, sino en ella y en lo preciosa que salía. La estaba pintando a ella.

—Y, por cierto —aludí con tono divertido—, ¿cómo van las cosas con Luca?

—¿Celoso, Newman? —me provocó.

Había echado de menos el hecho de escuchar mi apellido con su voz.

—Para nada. Solo pregunto.

—Solo preguntas —repitió ella lentamente para después soltar una risa—. Pues... las cosas van bien. Confío en él. Es buen chico. Rebecca me ha contado maravillas de él, ¿sabes? Se nota que es un buen amigo.

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