Capítulo 25

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«A veces las personas no son buenas... ni están preparadas para todo»

Ross

Mi padre. Había sido él quien, en un momento de agresividad, me había provocado el hematoma que ahora Alynne observaba con miedo en sus ojos.

—Dios mío, Ross... —empezó, nerviosa.

—No es nada. Ya no duele.

—No digas que no es nada —me dejó en claro—. No puede hacerte esto.

—Mi padre y yo llevamos años sin tener una buena relación.

—¿Quieres contármelo?

Debo admitir que lo pensé bastante más de lo que me hubiera gustado. En si hacerlo o no. En si abrirme a ella de tal forma o no. Aunque, al final, decidí que ya no tenía sentido seguir escondiéndome y evadiendo mis propios problemas. Mi novia estaba dispuesta a escucharme y apoyarme en todo y debía hacer que lo entendiese. Que no se quedase con una mala imagen de mí.

—Sí. Debo hacerlo.

Alynne asintió con la cabeza. Me senté de nuevo en el pasto y ella tomó asiento a mi lado, dándome caricias suaves en el brazo.

—Entonces adelante, Ross.

Así que... decidí contarle todo.

—Mi padre lleva toda mi vida siendo así. Solía tener sus épocas en donde se portaba de malas maneras conmigo o incluso con mi madre. Ahora tienen peleas a menudo y conmigo, bueno... la cosa no ha mejorado demasiado. Es un hombre muy autoritario, serio y frío. Es así. Pero me parece que estos últimos meses ha sido todo mucho peor.

»No son tanto los golpes como las palabras. Está siempre recalcando mi errores. Siempre que puede. Por eso me colé en tu casa cuando me despidieron, porque sabía que, si iba a mi casa, mi padre me iba a dar una de sus charlas en donde me dice que no valgo para nada.

—Se equivoca —dijo ella muy suavemente.

—Ojalá él pensara así —mencioné—. Bueno, esa no fue la única vez que discutimos tan fuertemente. Aquella ocasión en la que me preguntaste qué me pasaba y mi instinto fue decirte que me dejases... fue porque él me había hecho la herida en mi mejilla. Y la vez anterior también. Tenía miedo de que lo vieras, de explicarte todo esto. Tenía miedo de que te alejaras de mí. De quedarme solo. De que todo lo que me decía mi padre se cumpliera.

—¿Qué cosas suele decirte?

—Que no valgo. Que todos se alejan de mí. Que soy un maldito mantenido que solo se preocupa por sí mismo. Que no merezco nada. Que no te merezco a ti.

—Todo eso es mentira, Ross —indicó—. Y lo sabes.

—Segun él no me merezco nada, Alynne. Por eso siempre dudo en las cosas que hago y en las acciones que los demás toman conmigo. Porque al final termino por creerlo.

—No puedes dejar que las palabras o acciones del resto te condicionen tanto, Ross —aludió ella con suavidad—. No puedes.

—¿Sabes lo difícil que es confiar en mí mismo cuando constantemente oigo a una voz en mi cabeza que me repite de forma exacta las palabras de mi padre? —hablé de manera seria—. Es jodidamente complicado. Por eso me da tanto miedo. No quiero que te alejes, Alynne. Tú no. No quiero quedarme solo.

—Ross...

—No quiero volver a sentirme solo. Nunca.

Ya me había sentido solo con Vivian. Incluso cuando ella se encontraba a mi lado y me decía cosas bonitas y dulces, hubo un tiempo en el que no podía evitar sentirme en soledad. La noche en la que tuvimos la discusión, después de que ella se alejara, lo que hice fue ir al bar y emborracharme. Aquella mañana llegué muy borracho a mi casa y mi padre se enfadó conmigo por ello. Y yo lo soporté todo.

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