Capítulo 44

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«Hacer nuevos amigos nunca puede ser malo»

Alynne

El timbre interrumpió de forma algo agresiva mis pensamientos y las palabras que le estaba diciendo a Louis por medio de una llamada telefónica. Me levanté del sofá y fui hacia la puerta con el teléfono en la mano, escuchando lo que mi mejor amigo me estaba diciendo.

—Me lo pasé muy bien con él —mencionó. Pude imaginar la sonrisa que seguramente tenía su rostro en aquel momento—. Me sorprendió porque él no parecía ser tan romántico, pero supongo que me ha dejado descubrir esa faceta suya.

Lou me había contado que Harry le había invitado a tener una cita con él. Lo llevó a un restaurante, comieron juntos y tuvieron algún que otro detalle romántico de por medio.

—Me pone feliz notarte así —le dije, sonriendo también—. Yo estoy a punto de quedar con un chico.

—¿Qué? —elevó un poco la voz en tono divertido—. ¿Con quién?

—Antes de que preguntes, no es una cita. Es solo una quedada de amigos —expliqué con calma—. Se llama Luca. Lo conocí en el tren mientras iba hacia aquí y hablamos un par de veces. Es... es encantador. Y muy simpático.

—Encantador y muy simpático —repitió después de mí—. Debería preguntarle a Ross si fue ese tipo de halago el que se ganó su corazón.

—Cállate —le espeté con diversión—. ¿Cómo está Ross?

—No he sabido nada de él desde ayer, pero está bien hasta donde sé. Lo noto más preocupado de sí mismo y... más feliz, incluso.

—¿Más feliz?

—Es una locura, ya lo sé. Pero es la verdad. Creo que se ha dado cuenta de muchas cosas y le ha puesto fin a otras tantas que le hacían daño. Está trabajando en ello, ¿sabes?

—Me alegro un montón por él. Se lo merece.

—Tú también te mereces sanar. Ambos lo merecéis.

Y sonreí. Sonreí porque le di la razón, porque sabía que estaba sanando y estaba segura de que algún día podría despedirme de Abby como siempre quise hacerlo; estando las dos en paz.

Atravesé la puerta y recordé que le había dado mi dirección a Luca el día anterior por mensaje. Él me había respondido con una carita sonriente.

Decidí mandarle otro mensaje entonces.

Yo: ¿Estás listo?

Luca: Estoy en la puerta de tu piso.

Luca: Hola, por cierto.

Maldito. ¿Cómo se le ocurría llegar tan tranquilo sin avisarme antes? Supongo que él era así. Pensé bastante en ello cuando abrí la puerta y, efectivamente, me lo encontré delante de mí, apoyado en el marco de la puerta con una sonrisa encantadora en el rostro. La realidad era que se volvía atractivo físicamente, más aún cuando lo observaba tan cerca.

Pero no era Ross. Ningún chico sería como él.

—Veo que sí que estabas listo, Verotti —me permití llamarle por su apellido—. ¿Cómo se te ocurre enviarme un mensaje a última hora?

—¿Me creerías si te dijera que quería sorprenderte? —aludió con un gesto inquisitivo, esperando mi respuesta. Habló de nuevo cuando vio que yo negaba con la cabeza—: ya me lo imaginaba. Soy muy impuntual, supongo que la realidad es esa.

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