Capítulo 49

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«Volver a casa se siente bien»

Ross

[Meses después...]

Las cosas marchaban mejor que nunca. Mi rutina se basaba en tener largas llamadas con mi novia, trabajar como DJ en el local, salir con mis amigos y pasar el resto del tiempo en casa haciendo algo con mamá, dibujando o tocando al piano.

Me sentía bien después de tanto tiempo. Había encontrado el tipo de vida que me gustaba. Se habían acabado las noches borracho en bares, las discusiones con mi padre y el sentimiento de pensar que no valía nada. Todo eso era diferente. Sin embargo, algunas cosas eran iguales. Por ejemplo, el hecho de tener un grupo de amigos increíble y una novia maravillosa.

Novia. Qué bien sonaba eso.

Estaba pensando en ello mientras salía del local tras un día de trabajo. Pronto me llegó un mensaje al teléfono. Era de Harry.

Harry: ¿Dónde estás?

Yo: Saliendo del local, ¿por qué?

Harry: Estás desaparecido últimamente.

Yo: Existe una cosa llamada «trabajar» que no sé si te suena.

Harry: Ja, ja. Te espero en tu casa, capullo.

Yo: Como tú digas.

Sonreí un poco y me puse los auriculares en los oídos dejando que la música me llevara. Se reprodujo una canción de Taylor Swift. No sabía cuál. Sí, puede que hubiera empezado a escuchar su discográfica porque sabía que era la artista favorita de Alynne. No se me podía culpar a mí; era mi novia quien tenía un gusto musical exquisito.

Llegué a casa momentos después. Abrí la puerta con cuidado y la cerré al pasar. Mi madre me recibió dándome un beso en la mejilla al acercarse a mí.

—Hola, cariño —saludó con calma—. Harry ha llegado hace unos minutos. Le he dejado pasar. Creo que está en tu habitación.

—Vale —mencioné, sonriendo—. Gracias por ser tan buena con él.

—Dale las gracias a él. Es un chico muy bueno —Hizo un movimiento con la cabeza—. Yo no soy como tu padre, Ross. Sé que tus amigos no son una mala influencia para ti.

—Por cierto —carraspeé un poco—, ¿sigues hablando con papá?

—De momento no, cariño.

—Pero sabes dónde está, ¿no?

—Sé que ha encontrado un piso y que ahora vive solo —comentó ella—, pero no sé mucho más.

Me quedé en silencio pensando en ello. Los últimos meses sin mi padre habían sido diferentes para mí. No duros, pero sí diferentes. Claro está, mamá se encargó personalmente de que yo estuviera bien y de que no me faltara de nada, tal y como había hecho siempre. Yo me sentía bien, pese a todo. Alejado de mi padre, pero bien.

Al menos no había perdido a nadie más.

—Supongo que es mejor así —murmuré en voz baja y rebusqué algo de mi bolsillo. Unos cuantos billetes—. Toma.

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