Capítulo 4

283 9 8
                                    

«Las sonrisas falsas existen al mismo tiempo que las verdaderas»

Alynne

—¿Ross?

Fue lo primero que pregunté al ver al chico mencionado delante de mí tras haber abierto la puerta. Se encontraba a unos pocos pasos de mi posición y su mirada era lo más preocupante en dichos instantes.

—Hola —soltó una risa un tanto nerviosa mientras se dirigía a mí.

—Hola. ¿Ocurre algo?

Ross dio un paso hacia atrás, alejándose algunos centímetros de mí. Arregló un poco su cabello con las manos y, de nuevo, volvió a mirarme.

—Solo pasaba por aquí para mantener una conversación contigo. Ya sabes, lo que cualquier vecino normal haría.

No me lo creí. Sin embargo, decidí no darle demasiada importancia.

—¿Qué te ha pasado en la mejilla?

Había algo en su mejilla derecha: una ligera mancha de tonos rojizos que la cubría casi en su totalidad.

—Nada —contestó casi al instante—. Estaba conduciendo en la moto y frené de mala forma, así que al bajar impacté ligeramente contra el suelo y la marca se quedó allí.

—¿Tienes una moto?

—Ajá —Asintió con la cabeza y se acercó aún más hacia mi posición. Mientras tanto, alzó el brazo y con él señaló en dirección a una parte de su casa, que en el exterior contaba con una moto de tonos negros aparcada—. Una Harley-Davidson. Mi fiel compañera de aventuras —soltó una risa—. Llevo más de un año conduciendo y sigo teniendo accidentes. Irónico.

—Eres ese tipo de chico que prefiere pasear en las calles solitariamente con la moto en lugar de estar rodeado de personas, ¿no?

—Anderson —pronunció, rodando los ojos y aumentando dicho sonreír que tenía en el rostro—, seré solitario, pero no asocial.

Quizá me hubiera precipitado. La realidad era que no sabía qué pensar acerca de Ross, porque sentía que la mitad de cosas que imaginaba sobre él podían ser ciertas o, en caso contrario, podían ser mentiras.

—¿Solitario en qué sentido?

—En el de que no me gusta estar rodeado de personas, tal y como has supuesto —Se encogió de hombros—. En eso no te equivocaste.

De alguna forma u otra, no podía dejar de fijarme en la herida de su mejilla. Era bastante visible, y el pensar en que pudiera haberle pasado algo... no le conocería, pero no le deseaba el mal a nadie, ni siquiera a él.

—¿Qué ocurre, Alynne? —mi nombre salió disparado de sus labios.

—El moretón no parece ser obra de una caída de moto.

Ross rio cuando yo acabé de decir aquello.

—Lo dices como supieras cómo son las heridas causadas por motos —mofó, sonriendo ligeramente—. ¿También conduces?

—No, pero...

—Entonces no tienes de qué preocuparte. Va en serio. Estoy bien.

Our Love Song © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora