Capítulo 8

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«Nadie debería caer por nadie pero, desgraciadamente, ocurre»

Alynne

En cuanto a lo que acababa de suceder con Andrew, todavía seguía pensando en ello. Solo que ahora me sentía más apoyada, dado que estaba contándole la situación a Louis.

—A ver si me ha quedado claro —recapituló él—. Dices que después de que Ross te regalara el disco en la tienda, lo utilizaste para que una canción específica sonase y, en esos instantes, Andrew se encargó de intentar besarte.

—Además de confesarme que estaba enamorado de mí, sí.

El chico soltó un suspiro de sus labios y me observó, suavizando su mirada.

—Alynne, ¿qué sientes tú?

—Yo... —pensativa, intenté encontrar las palabras adecuadas para referirme a mis sentimientos hacia el chico—. No lo sé.

No lo sabía. Me sentía mal por rechazar al chico, pero sí que es cierto el hecho de que no podía obligarme a sentir algo que realmente no sentía. Siempre intentaba ser la mejor persona para todos y que se sintieran cómodos conmigo en todo momento... sin embargo, esa última mirada que me había lanzado Andrew no procedía en nada bueno.

—No lo sabes...

—No, Louis —le corté de repente—, no lo sé.

El muchacho colocó la mano en la parte trasera de su cabeza y se acercó hacia mí dando unos cuantos pasos. Supo lo que hacer con una exactitud tan buena que incluso llegué a pensar las razones para que me conociera tan malditamente bien. Me abrazó y aferró sus brazos a los míos. Yo posé mi cabeza sobre su hombro rápidamente, como si no me quedasen más opciones y nos quedamos así un buen rato.

—¿Mejor así? —preguntó con su debida delicadeza.

—Mejor así —soltando un suspiro, fui capaz de contestarle de dicha forma.

La verdad, que tenía la misma cantidad de crudeza que de realidad, era que me sentía incompleta desde hacía ya un año. Un año que no se asemejó a uno en lo más mínimo porque, desde perspectiva mía, no avanzó nada. O no avancé yo. Puede que fuera porque me encontraba tan incompleta que me sentía incapaz de cualquier acción que involucrara la llamada superación.

La maldita superación.

¿Cómo superas los golpes fuertes? ¿Con olvido? ¿Con ayuda? ¿Con soledad e interiorización? Desde la primera vez que me planteé la misma pregunta una y otra vez, varias posibilidades de respuestas pasaron por mi mente. Y, aún así, no podía encontrar ninguna que pudiera ayudarme en su totalidad.

Lo único que podría ayudarme es que ella volviese. Pero no iba a hacerlo nunca más. Y ese sería mi castigo eterno; el no poder haber hecho nada para evitarlo en su momento.

¿En qué momento me había roto tanto?

—Alynne —pronunció mi nombre con un tono de voz suave y delicado, tal y como siempre—, siento que tengas que pasar por esto.

Y fue irónico, puesto que no sabía si estábamos hablando de Andrew o del incidente.

—Las personas tenemos que rompernos por lo menos una vez en nuestra vida para poder avanzar después —le dije—. Siempre es así.

Cuando me observó con la misma mirada que me habían dedicado todos al salir de esa maldita sala de hospital el año anterior, entendí que no estábamos hablando de Andrew. Definitivamente hablábamos de mi hermana. No me cabía duda alguna de ello.

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