Capítulo 43

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«Hay que dejar de esconderse y afrontar la realidad»

Ross

Alynne no contestó.

Joder, por supuesto que no contestaría. Había sido demasiado directo. Pero no aguantaba no verla, no tocarla, no tenerla cerca... no lo aguantaba. Al principio parecía que estaba todo bien y ahora tenía que morderme la lengua para evitar llamarla de una vez y soltarle todo aquello en lo que había estado pensando los últimos días.

Me había prometido a mí mismo no volver a beber. O al menos intentarlo. Me bastaba con eso.

Estaba en el apartamento de Jane. Resulta que ella había encontrado uno a su alcance cuando había llegado a Nueva York gracias a la buena situación económica de sus padres, por lo que no tuvo problema alguno.

—Ross —me llamó, pero yo no atendí. Estaba pensando demasiado en el mensaje sin contestar de Alynne—. Ross. ¡Ross!

—¿Qué? —Nervioso, di un giro nuevo hacia ella. La vi con los brazos cruzados—. Lo siento. Últimamente estoy con la cabeza en otra parte.

—Es por ella, ¿no?

—No.

—Ross, mírame a la cara y vuelve a repetir eso.

«A ver si te lo crees.»

—Sí, es por ella. Por supuesto que es por ella, joder.

Jane soltó un suspiro a la vez que yo dirigía la mirada al suelo, pasándome una mano por el pelo. Era consciente de que debía cuidarme y de que no podía depender de Alynne, y no quería eso, pero se volvía difícil evitar algo tan banal como pensar en ella. No podía dejar de hacerlo. No podía hacer como si Alynne no hubiera sido alguien importante para mí porque, de ser así, nos estaría mintiendo a ambos; no solo a mí.

Porque sabía que yo era importante para ella. Podía afirmarlo sin dudar ni un segundo.

—Ross...

—Ya lo sé, ¿vale? Ya lo sé —indiqué, observando entonces a Jane—, ya he tenido una conversación sobre ello con Harry. Tengo que cuidarme y dejar de pensar tanto, perdonarme a mí mismo y todo eso.

—Confío en ti para eso, ya lo sabes.

Lo sabía. De hecho, creo que con ella lo había sabido siempre. Al igual que con Harry y con Louis. Y Alynne.

No pude evitar preguntarme cómo le estaría yendo a mi novia. Aunque en realidad no sabía si podía seguir llamándola así.

Mi teléfono vibró, rompiendo el tranquilo silencio que se había formado entre Jane y yo. Observé la pantalla del teléfono con la pequeña esperanza de que se tratase de Alynne, pero no era ella. Era... era Vivian.

—Mierda.

—¿Quién es? —preguntó Jane e hizo un gesto de desacuerdo cuando le enseñé la pantalla—. Ah. Vivian. ¿Qué quiere esa ahora?

—No lo sé —Eché la cabeza hacia atrás, apoyándola en el sofá. En seguida volví a escuchar el tono de llamada—. ¿Debería cogerlo?

—No, no deberías.

—¿Y si quiere algo importante? Yo que sé.

—Por favor —Jane hizo un gesto plenamente irónico con la mano—, creo que es lo suficientemente mayorcita como para cuidarse por sí sola.

Sabía que Jane intentaría convencerme por todos los medios posibles que no cogiera el teléfono. Vivian nunca le había caído bien, ni a ella ni a Harry, pero supongo que se lo callaban al ver que era mi novia. Después, claro está, explotaron en contra de ella; nunca en contra de mí. Por eso los apreciaba tanto. Ellos nunca me habían juzgado por mis acciones pasadas.

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