Capítulo 6

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«Se trata de escoger un camino; no a una persona»

Alynne

Había decidido ir la tienda de discos junto a Andrew aquel día, dado que había una pieza de música en particular que me gustaba y quería conservarla. Tenía el dinero suficiente como para adquirirla. En aquel momento, el rubio me observaba atentamente, apoyado en el marco de la puerta. Tenía una media sonrisa en su rostro y sus ojos estaban puestos en mí de forma bastante apacible y tranquila.

—¿Qué? —cuestioné, casi riendo, cuando me di cuenta de su expresión, que tan adorable me resultaba.

—Nada —me contestó, evitando rápidamente nuestro contacto visual—. Por lo que veo estás lista. ¿Nos vamos?

—Claro.

—Estupendo.

Tomó mi mano súbitamente, sin darme tiempo ni siquiera a reaccionar de alguna forma. Todavía conmovida, correspondí a su agarre mientras salíamos por la puerta y caminábamos tranquilamente, echándonos miradas el uno al otro.

Antes de lo esperado, me di cuenta de que no le había mencionado una palabra acerca de Ross; caso contrario al de Louis, a quien sí le había hablado del chico. Y no sabía si quería hacerlo. Es decir, Louis era una persona muy calmada y apacible; en cambio, Andrew era más... bueno, más impulsivo.

No era un mal amigo, para nada. Había estado para mí desde siempre y me había logrado demostrar su pureza en cada acción. Por eso le quería tanto.

—Louis ha dicho que tienes a un vecino un tanto peculiar —logró decir mientras seguíamos caminando.

—¿Peculiar?

Bueno, la realidad era que Ross sí era un tanto peculiar. En el sentido bueno, claro.

—Esas han sido sus palabras —defendió y, con un gesto adorable, hizo una pregunta—. ¿Cómo es?

—Es tranquilo —comencé—, agradable y un tanto sarcástico también. Muy orgulloso. Mucho. Aunque también es adorable.

—Interesante —murmuró.

—No sé mucho acerca de él. Solo sé que tiene una moto, un tatuaje en la parte trasera del cuello y que le apasiona la música y el arte —enumeré, tratando de que otra característica de Ross se mostrara en mi mente. No sabía demasiado de su persona. Sabía solo lo necesario, tal vez.

—¿Un artista?

—Me dibujó la primera vez que me crucé con él.

Y Andrew, atónito, pareció no créerselo.

—¿Te dibujó?

—Sí, lo hizo. Fue solo un boceto, pero se inspiró en mí para hacerlo.

Sin ningún tipo de aviso previo, recordé las palabras de Ross en el instante en el que cual había empezado a formar un trazo sobre el papel.

«Solo estaba haciendo un borrador con tu figura»

Un borrador precioso, por cierto.

—Pues sí que es adorable —mencionó Andrew un momento después—. ¿Quién diría que mi mejor amiga se está enamorando?

—¡No me estoy enamorando! —repliqué al instante, alzando un poco la voz—. ¡Es solo mi vecino!

—Que sea tu vecino no implica que no te interese —dijo con la cabeza en alto, vacilante—. ¿O me equivoco?

—Te equivocas rotundamente, Andrew Brooks.

Él pareció sonreír un poco. Sí, fue una sonrisa diminuta que se alumbró de forma tierna a ambos lados de su rostro. Lentamente, fue acercándose hacia mí hasta quedar a tan solo unos centímetros de separación. Sin embargo, al ver la entrada de la tienda frente a nosotros, dio un paso hacia delante.

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