Capítulo 13

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«No voy a negarme a ninguna orden que salga de tus labios, Angelo»

Ross

Se suponía que había llegado allí para divertirme, beber un poco y olvidarme de todo, pero solo había cumplido lo segundo. Lo de beber. No sabía en qué momento me había quedado a solas en un lado de la barra y con la copa entre mis dedos, aunque lo que sí sabía era que me sentía indefenso. Más indefenso que nunca.

Conozco dos posibilidades cuando bebes alcohol: el olvido y el recuerdo. Sin embargo, parece que funciona justo al revés dependiendo de lo que anheles. Si deseas olvidar, recuerdas; si deseas recordar, olvidas.

Y yo estaba intentando olvidar, así que ya puedes imaginar el resultado.

Sí, así de triste era.

—¿Ross? —la voz de mi mejor amigo apareció de un momento a otro. El chico se acercó a mí en cuanto me vio en un estado no del todo favorable—. Colega, ¿te encuentras bien?

—No —respondí con sequedad.

—Anda, salgamos fuera. Estás borracho. El aire fresco te vendrá bien —Me tendió la mano y sonrió delicadamente—. Ven, vamos.

No tenía otra opción, así que, emitiendo un ligero gruñido de molestia, tomé su mano para levantarme de la barra en la que estaba sentado y comencé a caminar junto a él. Mientras daba pasos tratando de que estos fueran rectos y no caminara haciendo eses, el bullicio impactó en mis oídos y me sentí agobiado ante todo el gentío.

«No, joder. Ahora no.»

Respiré hondo, pero aquello me puso más nervioso todavía. No podía respirar del todo bien. Los recuerdos de la noche anterior en la que también había salido con Harry irrumpieron en mi mente de forma violenta. Me sentía igual que entonces. Algo atrapado. O muy atrapado. Todo era confuso y borroso.

—Harry, no me siento bien —admití en voz baja.

—Ya casi estamos fuera. Aguanta un poco.

Así que hice lo que llevaba haciendo toda la vida: aguantar. Al menos, hasta que nos encontramos delante del cielo, en la gran terraza del local y sentí que podía volver a respirar correctamente. No estaba acostumbrado a esas cosas, a tantas personas en un mismo sitio... a nada.

—Respira, eso es —Escuché su voz de nuevo—. ¿Te sientes mejor?

—Sí, sí —Tosí un poco—. Estoy mejor. Estoy bien.

—Joder, Ross, ¿cuánto has bebido?

Oh, no. Conocía aquel tono. Lo ponía siempre que hablábamos sobre temas así, cuando se esmeraba en decir que beber estaba mal, me afectaba y que todo era peor cuando yo era una persona a la que no le gustaban las grandes cantidades de personas en un mismo sitio.

—No tengo ni idea, pero no me siento mal por eso —contesté, apoyándome en la barandilla en frente de mí. Volví a inspirar aire—. Vale, estoy mejor. En serio. Ha sido solo un momento.

—Está bien, pero ten cuidado con eso.

—¿Con qué?

Una voz femenina se escuchó justo detrás de nosotros. Harry fue el primero en girarse y, aunque yo lo hice después, ambos terminamos con la misma expresión confundida al verla a ella allí.

—¿No tienes otra cosa mejor que hacer que meter tus narices en asuntos que no te incumben?

—Ross me incumbe —defendió, soltando un pequeño quejido entre dientes.

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