Capítulo 11

283 6 16
                                    

«Lo siento, papá, por no ser el hijo perfecto que siempre quisiste»

Ross

Creo que fue un año atrás cuando la relación con mi padre empezó a joderse. O incluso desde más tiempo antes. No estaba del todo seguro. Es decir, creo que recordaba más golpes e insultos que cumplidos o palmadas en la espalda.

Pero al final siempre era culpa mía, ¿no? Había adquirido esa forma de pensar desde hace años. Por culpa de mi padre, de Vivian, de alguna que otra discusión con Harry... no sé. Era yo el perjudicado. Y eso no me gustaba, pero tenía que joderme.

—¿Qué te traes con esa chica? —me había soltado tras lanzarme una mirada despectiva.

Supe que con «esa chica» no se estaba refiriendo a Vivian ni a Jane. No. Estaba haciendo referencia indirecta a Alynne. Sabía que Vivian no le caía bien y Jane... bueno, hacia tiempo que no sabía nada de ella. Y él solo conocía a Alynne por su nombre y por ser nuestra vecina.

Joder.

—¿Ahora te importan mis relaciones personales? —defendí entre dientes—. Déjate de mierdas. Ambos sabemos que yo no te importo nada. Y mamá tampoco. Solo tratas de hacer como que sí para que nadie te observe con mala cara, ¿no? Es esa tu intención. Ser el padre de familia perfecto a ojos ajenos.

Luke dio un paso hacia atrás. Supe que estaba conteniendo para no darme un puñetazo o una bofetada.

—Cállate, Ross —escupió, furioso.

—No me da ningún miedo enfrentarme a ti, papá —dije aquella última palabra en tono plenamente despectivo.

—Yo sé lo que te da miedo —siguió, alzando un poco la cabeza.

Retrocedí un paso.

—No sabes...

—Oh, sí que lo sé —Alzó la barbilla, mofándose.

—No sabes una mierda —acabé lo que quería decir.

—Te da miedo quedarte solo —Y puedo decir que eso dolió más que un puto golpe—. Que se alejen de ti. Que te abandonen. Y, a este paso, lo van a acabar haciendo. Si no ciudas tus maneras de comportarte, claro.

Lo había dicho con tanta tranquilidad, alzando sus hombros, que incluso me provocó una mezcla extraña entre miedo, asco y tristeza. Aunque, claro, la faceta de mi yo orgulloso mandaba en aquellos instantes. No se me ocurriría mostrarle cómo me sentía realmente.

—Adivina de quién aprendí esas maneras —enfrenté.

Ya estaba harto. Si seguía junto a él aguantando todas sus palabras era porque, a pesar de todo, sentía un mínimo amor hacia mi padre. No era comparable al que sentía por mi madre, pero era algo. Estaba seguro de que en su caso era completamente distinto. Él no sentía una pizca de cariño hacia mí. Y tenía que aprender a vivir con ello.

—Necesitabas aprender a comportarte, Ross —soltó, tan tranquilo.

—¡Necesitaba tu maldito cariño! —alcé notablemente la voz, pero también sentí que se quebraba un poco—. ¡Necesitaba que me dieras un hogar estable, joder! ¡Siempre he intentando ser lo mejor para ti! ¡Cada jodido día! ¡Y necesitaba que lo vieses, que me dieras una palmada en la espalda o alguna de esas mierdas! ¡Pero no lo hiciste! —mi tono vocal se volvió más pesado—. No lo hiciste.

Our Love Song © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora