Capítulo 38

199 5 7
                                    

«Lo siento muchísimo, cariño, por destrozarte»

Alynne

Cuando una parte de ti se va, dejas de sentirte bien. Dejas de hacer las cosas que antes te encantaban. Finges tener estabilidad en tu vida mientras la buscas de forma desesperada. Oyes una voz en tu interior que te grita que no vas a conseguir salir del agujero. Y te lo crees, eso es lo peor.

Después de la conversación con Ross, todas esas cuestiones estaban rondando en mi cabeza. Me sentía culpable por lo que iba a hacer, pero una parte de mí me decía que era lo correcto. Que necesitaba sanar primero para después amar a alguien como Ross. Que necesitaba dejar de culparme. Que debía buscar algo para salir de una vez de aquel agujero que llevaba un año consumiéndome. Y que lo mejor que podía hacer era marcharme.

En ese momento estaba hablando de ello con mi madre. Estábamos sentadas en el sofá del salón, observándonos la una a la otra.

—¿Estás segura de que quieres hacerlo?

—Sí, mamá. Estoy segura. No puedo seguir en este lugar y obligarme a pensar que no me ocurre nada —suspiré una vez—. Todos mis amigos lo saben.

—¿Incluso Ross?

Me quedé un rato en silencio.

—No. Ross no lo sabe. No he podido mirarle a la cara y decírselo. Iba a hacerlo, pero lo vi tan feliz que no quise... —me silencié a mí misma—. No quería dañarle.

—Es comprensible, cariño, pero tendrás que decírselo.

—Quizás lo haga hoy en la cena.

Aquella noche se daría le cena pendiente que teníamos Ross y yo. Sus padres, mi madre y nosotros nos reuniríamos para charlar todo lo tranquilamente que pudiese ser posible y cenar juntos. Era la primera vez que iba a ver a los padres de Ross y me daba un poco de miedo, no iba a mentir, pero no sentía solo eso. Sentía toda una mezcla de sentimientos que no sabía cómo gestionar.

—Está bien —aludió mamá con calma—. Sé que todo esto ha sido demasiado imprevisto. Aún estás a tiempo de replanteártelo.

—No. Ya está decidido. Lo necesito, mamá. Necesito hacerlo.

Ella me dio un abrazo justo cuando terminé de hablar. Supe que había notado que mi voz se había roto un poco al acabar de decir aquella frase que marcaría un antes y un después en mi vida. Yo, por mi parte, ya sabía que nada sería igual dentro de unas cuantas horas.

Subí hacia mi habitación y observé por la ventana. Ross estaba en su cuarto con los auriculares en sus oídos bailando un poco, o haciendo el intento. Solté una risita y abrí la ventana para que él pudiera oírme.

—No sabía que bailabas.

Ross se apresuró a dejar de moverse y caminar en mi dirección, apoyándose en la ventana. Se había quitado un auricular del oído para escucharme.

—No estaba bailando. Estaba...

—¿Estabas moviéndote al ritmo de la música? —cuestioné con una sonrisa. Intenté grabarme aquel momento en la mente—. Lo haces genial.

—Ya, seguro —Rodó los ojos en un momento—. ¿Y tú qué hacías?

—Nada. Esperar a esta noche.

Our Love Song © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora