Capítulo 33

240 5 23
                                    

«Las personas indicadas existen, solo tienen que llegar a tu vida»

Ross

Hace un año me parecía una locura que una persona pudiera ser tu fuente de felicidad. Hace un año dejé de confiar en el amor y de creer en él. Quién diría que en aquel momento estuviera dándole la vuelta a dichas afirmaciones.

—Tus padres no están, ¿verdad? —dijo Alynne en voz baja mientras entraba por la puerta de mi casa.

—Lo dices como si fuéramos a hacer algo indecente.

—Lo digo porque no quiero se lleven una sorpresa —contestó con calma—. No me conocen, Ross.

—Podría presentarte a mi madre sin problema.

—¿Y qué hay de tu padre?

Seguía teniendo la misma posición con respecto a la situación.

—No quiero que te conozca.

—Ross...

—Sé como se comporta, ¿vale? Es un falso de mierda —expresé, casi sin sentimiento alguno—. Por fuera parece que tiene una relación buenísima conmigo, pero cuando miras un poco más de cerca en seguida te das cuenta. Sé que intentaría cualquier cosa para ponerte en mi contra y no estoy para afrontar eso.

Alynne me observó mientras se acercaba hacia mí y seguía caminando hacia la puerta de entrada de mi habitación. No pronunció nada más al respecto porque supuse que lo había entendido. Al final acabamos en mi cuarto y ella se sentó en la cama. Yo dejé la puerta entreabierta y después me acerqué hacia mi novia de nuevo, colocando la palma de la mano sobre su mejilla.

—Te quiero, Angelo, ¿lo sabes? Y no quiero que nada de eso se joda por un hombre al que ya no quiero dentro de mi vida. Lo entiendes, ¿verdad?

La mirada que ella me transmitió mostraba exactamente lo mismo. O al menos así lo interpreté yo. Me observó con amor, con cariño.

—Yo también te quiero a ti, pianista rarito. Y sí, lo entiendo.

—Ahora que ya vuelves a llamarme así —Esbocé una sonrisa divertida y dirigí la mirada al piano que estaba a un lado de mi habitación—, quiero tocar para ti.

Planté un beso en su frente y sentí que ella me tocaba la mano, como pidiendo que me quedase. Me alejé en un momento —aunque sonreí al ver el anillo en su dedo— y me senté frente al piano. Suspiré una vez. No debía estar nervioso, pero lo estaba. Iba a compartir algo tan mío con Alynne después de todo lo ocurrido y supongo que una parte de mí tenía miedo del resultado.

Sin embargo, todo eso se desvaneció cuando, a modo de prueba, toqué algunas notas aleatorias.

—Estoy emocionada. Nunca te he visto así.

—¿Así cómo?

—Así de... íntimo.

Sonreí sin saber muy bien por qué.

—Le he puesto nombre a la pieza que voy a tocar ahora. No es perfecta, pero creo que representa bastante bien la forma en la que me siento cada vez que te miro y te siento a mi lado —le expliqué con calma—. Estaba tanteando con el piano una noche y acabé componiendo esto mientras pensaba en ti.

Desde que la conocí, cada melodía había sido por y para ella. Y no solo eso, sino que también lo era cada dibujo, cada trazo, cada canción. Se había convertido en una especie de musa para mí, que me saciaba de arte cuando lo necesitaba. Solo tenía que pensar en ella... y el resto fluía con una facilidad inmensa.

Our Love Song © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora