Nuestras Vidas y El Tiempo

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Buenas tardes. Os dejo un nuevo capítulo antes de que acabe el año y solo desearos una buena entrada al 2021 y que este año sea mejor que el que se va (que es bastante fácil, pero a saber...)

FELIZ AÑO NUEVO Y QUE TENGAIS UNA BONITA NOCHE

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La conversación de Luisita y Lola no fue ni corta, ni fácil. Resurgieron viejos sentimientos que hicieron aflorar miedos y rabias del pasado. Lloraron, gritaron, se calmaron y finalmente se abrazaron dando por zanjado aquel episodio.

Aunque en los días posteriores, a decir verdad, todo fue un poco extraño. Luisita bien parecía que evitaba a Lola. Cuando la morena iba a casa de sus padres, la rubia tenía algo que hacer en otro lugar y cuando María la invitaba a cenar a su casa con ella y con Lola, la rubia ya tenía algún otro plan con sus amigos. Así que en las dos semanas siguientes se vieron poco y levemente. Sin embargo, sin saberlo y a partir de ese día, todo iba a ser diferente.

El pequeño salón de aquel estudio, estaba inundado de cajas. Luisita no era capaz de entender cómo había sacado tantísimas cosas de su pequeña habitación en casa de sus padres, pero ahí estaba, intentando poner un poco de orden entre tanto caos.

- ¿Esta caja donde va? – le preguntó Marina quien había ido a echarle una mano, su amiga ni la miró - ¡Luisita! – la llamó - ¿qué te pasa, chica, que estás en otro mundo?

- Nada, nada que he dormido fatal otra vez… - le dijo apesadumbrada.

- ¿Y eso? – se interesó – llevas días así pero no me cuentas por qué.

- Es que… - se mordió el labio dudosa – últimamente me están pasando unas cosas muy raras – dijo bajando el tono para que su hermana María, quién estaba organizando cosas en la cocina, no las escuchara – y no dejo de tener sueños extraños.

- ¿Qué tipo de sueños extraños? – Preguntó Marina bajando el tono a su vez.

- Pues… es que no dejo de soñar que vivo a principios del siglo XX, pero no soy yo – continuó, Marina la miró confusa –  quiero decir, soy yo, pero no soy yo.

- No te entiendo.

- A ver, en el sueño, yo siento que soy yo, que lo que pasa en el sueño me pasa a mí, pero tengo otra cara y no me llamo Luisita, me llamo Celia. No sé, es una cosa muy rara porque además me dan como descargas en la cabeza o yo que sé – hizo aspavientos con las manos – la cuestión es que llevo días sin dormir bien y así estoy, que luego despierta veo cosas donde no las hay y tengo como alucinaciones, no sé.

- Pero alucinaciones ¿Cómo?, Luisita, a ver si vas a estar teniendo algo serio en la cabeza - se preocupó.

- Es que no lo sé, es raro, porque son como si de pronto me acordase de algo, pero es que ese algo no me ha pasado nunca, no se si me estoy explicando – terminó de decir confusa – es que, es mucho lío.

- Pues no sé, quizás es que con todo lo de la mudanza, el bar y la radio estás un poco más estresada de lo normal o… - intentó calmar – quizás es una tontería, ¿María que te dice? – asumió que se lo había contado, porque Luisita siempre, siempre le contaba a María las cosas que le preocupaban.

- María no lo sabe – de nuevo bajó el tono – y tampoco se lo voy a contar que es capaz de llevarme a un chamán de esos raros – Marina se rió ante su ocurrencia – no sé, supongo que será que me he agobiado con todo esto yo que sé.

- Seguro que no es nada, no te agobies – la calmó – yo también tengo un montón de sueños raros – sonrió tranquilizadora – bueno, a ver, ¿esta caja donde va? – cambió de tema para no seguir agobiando a la rubia.