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Buemas noches. Vamos allá, a ver si me queréis un poquito más o me queréis matar con más ganas aún 🤣🤣

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Cuando bajó las escaleras del Kings, se quedó parada un segundo, como tomando aire, como tomando fuerzas, quizás simplemente porque quería mirar con calma aquel lugar sabiendo que sería la última vez que lo pisaría. Allí había conocido al amor de su vida, allí la había besado por primera vez. Allí se perdió en sus ojos para siempre. Allí, en aquel bar del centro de Madrid, le entregó su corazón desde el primer día que la vio.

Hoy volvía para despedirse, pero también volvía porque después de la charla con Nacho, sentía que tenía que verla, verla y decirle que estaba ahí para ella, siempre y para siempre, porque si no le decía que la quería antes de marcharse, no sería capaz de seguir adelante.

Ni siquiera le preguntó a Miguel donde estaba Luisita. No hizo falta, el camarero al ver que la buscaba con la mirada señaló el despacho y allí encaminó sus pasos. Respiró profundamente antes de llamar a la puerta.

-Pasa, Miguel – dijo Luisita desde dentro.

-No soy Miguel – contestó entrando al despacho con cautela.

-No, definitivamente no lo eres – dijo seria - ¿Qué haces aquí?

-Quería hablar contigo.

-Ya hablamos el otro día – repitió – y perdóname, Amelia, es que tengo mucho trabajo y pocas ganas de hablar – dijo sincera.

-No te voy a robar mucho tiempo, te lo prometo - insistió sintiéndose pequeña frente a ella.

-Está bien, tú dirás – le dio pie a andar.

-Me voy en un par de días a Barcelona y  antes quería decirte algo – comenzó dubitativa – quiero que sepas que te quiero – siguió y vio como Luisita cerraba los ojos y desviaba la mirada – que no sé qué es lo que pasó realmente con Lola…

-Pues yo creo que está muy claro – se cruzó de brazos – solo hay que sumar dos más dos. Te acostaste con ella. Fin de la historia.

-Bueno, sigo sin acordarme de nada de esa noche así que – se elevó de hombros.

-Ya, qué conveniente – dijo sarcástica antes de quedar en silencio ambas – En serio, Amelia, ¿Qué es lo que quieres?

-Quiero decirte que te quiero, que estoy aquí y que aunque me vaya a Barcelona voy a estar aquí para ti, que te voy a estar esperando, que tan solo tienes que decir una palabra y estaré aquí para hacerte la mujer más feliz del mundo – Luisita sonrió leve e irónicamente – sí, porque sé que puedo hacerlo, es más, es que solo tienes que pedirme que no me vaya y me quedo contigo para toda la vida – esperó un segundo, dos, tres, una vida entera esperó sin que Luisita dijera ni una sola sílaba - ¿No dices nada?

-¿Qué quieres que te diga, Amelia?

-¿Tú no tienes nada que decirme a mí?

-Es que ¿Qué quieres que te diga, Amelia? ¿Qué quieres que te diga? ¿Qué te sigo queriendo? ¿Quieres que te diga eso? ¿quieres que te diga que lo paso bien cuando tú te vas? ¿Qué quieres que te diga que cuando vuelves y rato y te vuelves a ir yo aquí me quedo bien?

-¿Y tú tienes idea de cómo me sentí yo cuando tú decidiste quedarte aquí, en vez de venir conmigo a París? ¿Tienes idea? Porque sufrí muchísimo. Se me rompió el alma…

-Luisita, dime algo, por favor – pidió Amelia en un hilo de voz al ver el silencio de la rubia frente a ella.

-Que… - la menor de las Gómez pareció volver en sí – que tengas buen viaje, Amelia – dijo tras unos segundos, recuperando la entereza y tras decir aquello le dio la espalda para volver a su mesa. Se sentó y miró los papeles que tenía frente a ella antes de levantar la mirada – tengo que seguir trabajando, si no te importa.

Nuestras Vidas y El TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora