24

3.3K 309 33
                                    

🙊🤭🤐

_______________________________________

El beso, que empezó tímido, miedoso y suave, ganó en profundidad y fue tomando confianza. Amelia apretó el abrazo que las unía y Luisita rodeó el cuello de la morena. Sonrieron mientras sus labios se reconocían y dejaron que sus lenguas jugaran tranquilas. Poco a poco y sin tener demasiadas ganas, el beso paso a uno más leve, separando sus labios dejaron un par de roces más. Juntaron sus frentes y aún con los ojos cerrados disfrutaron por un momento del sabor de sus bocas.

- Guapa – pronunció Amelia en un susurro, abriendo al fin los ojos y acariciando sus mejillas.

Luisita no pudo más que sonreír ampliamente ante aquel “Guapa” y con la sonrisa aún en los labios buscó su boca de nuevo para fundirse en otro beso igual o más profundo que el anterior.

- Deberíamos… - susurró Amelia aún entre besos, finalizó el beso y miró a los ojos de la rubia sin dejar de acariciar sus mejillas – deberíamos parar y…

- Bésame – le ordenó atrapando de nuevo su boca, no quería hablar. Luisita no quería hablar porque si lo hacía, no estaba segura de en qué terminaría todo aquello y no quería romper la magia tan pronto – no dejes de besarme – suplicó entre besos cada vez más profundos.

- Luisita, mi amor – continuó hablando sin dejar de besarla, sin querer dejar de besarla, sin querer separarse de ella ni para respirar – si no paramos ahora, no voy a poder hacerlo.

- No lo hagas. No pares, no paremos – contestó con urgencia llevando su boca al cuello y comenzando a dejar un reguero de besos que estaba haciendo que Amelia perdiera la razón.

- Mírame – le pidió en un tono que evidenciaba la falta de aire – cariño, mírame – Luisita lo hizo y al mirarla instintivamente  sonrió – ¿estás segura?

- Oye ¿Estás segura de que quieres hacerlo?

- Que esté nerviosa no significa que no lo desee.

- Ya pero no quiero que nos precipitemos, Luisita. Yo puedo esperarme a que te sientas segura, ya está, y no por eso voy a dejar de quererte.

- Ya Amelia pero ahora que se me ha pasado el miedo quiero intentarlo.

- ¿Luisita? – La llamó una Amelia ansiosa por obtener respuesta - ¿Me escuchas? – insistió al ver que parecía estar en otro mundo.

Luisita la miró fijamente a los ojos, sonrió ampliamente contagiando a la actriz y sin decir ni una sola palabra, volvió a besarla una vez más.

Amelia no necesitó más que aquella respuesta y de inmediato, sintiéndose libre, profundizó aquel beso tanto como pudo. Abrieron los labios y sus lenguas comenzaron un juego ansioso. Luisita apretó el abrazo sobre su cuello queriendo sentirla aún más cerca y Amelia, igual que aquella vez en el Kings, llevó las manos al culo de la rubia y apretó.

- Uhmmf – y al igual que aquella primera vez, Luisita soltó un quejido, la morena sonrió.

Las manos de Luisita no se quedaron quietas y empezaron a vagar por el cuerpo de Amelia. Su boca abandonó la de su compañera y se deleitó a placer sobre ese cuello que la traía loca. Amelia sintió un escalofrío y gimió leve cuando la rubia mordió ligeramente.

- Uhmmf me vas a dejar marca – dijo como pudo apretando más contra ella a la rubia.

- Me da igual – contestó y realmente le daba igual, porque en ese instante todo que no fuera, besar, morder y acariciar a la morena le daba exactamente igual.

Con miedo a perder el equilibrio, Amelia dio un par de pasos hacia adelante, obligando a la rubia a ir hacia atrás. Cayeron de espaldas al sofá y rieron juntas. Se acomodaron, se miraron y la urgencia por sentirse se desató.

La pasión se desbordó y todo se volvió más loco. Amelia besaba con fuerza y a tientas buscaba la forma de quitarle la camisa a una Luisita que, teniéndolo más fácil al tenerla sobre ella, había logrado meter las manos bajo la tela y llegaba rauda al broche del sujetador. Con la facilidad que dan los años de práctica, lo desabrochó al instante.

- Quítatela – le dijo llevando la camiseta hacia arriba y Amelia se deshizo de ella y del sujetador a la vez.

La rubia se relamió al verla y haciendo fuerza se irguió en el sofá para quedar sentadas. La miró un instante, sonrió pícara, se levantó bajo protesta de la morena y con gestos lentos, sensuales y muy gatunos se fue quitando los pantalones. Amelia se relamió y cerró los ojos ahogando un gemido al verla.

Tuvo que usar todas las fuerzas que tenía para reprimirse y no saltar sobre ella cuando la rubia comenzó a desabrochar sus pantalones y se los quitó de un tirón. Se acomodó a horcajadas sobre las piernas de la morena y sintió que se mojaba cuando la escuchó gemir ante el primer contacto en su pecho.

La rubia se creía triunfante hasta que fue Amelia, quién, separándose un segundo le quitó su camiseta y en un segundo se deshizo también del sujetador. Gimió con ganas al sentir la lengua de la morena humedecer uno de sus pezones y sus caderas comenzaron a moverse sobre la actriz al sentir un pequeño mordisco.

- Joder – jadeó buscando algo más de fricción – vamos a la cama – le pidió casi sin aliento.

- Uhmmf Luisita, no voy a llegar – gimió con fuerza Amelia al sentirla cabalgar sobre ella – no sabes como me estás poniendo moviéndote así – dijo atrapando ahora su otro pecho y ahogando un gemido en él al sentir la humedad de Luisita sobre su muslo.

- ¿Cómo? – preguntó juguetona y se movió de nuevo, torturándola.

- Compruébalo tú misma.

Dejo su pecho y tomando una de las manos de Luisita, que también jugueteaba con su pezón, la miró con ansias mientras la guiaba hasta su sexo. La rubia ahogó un grito al sentir la humedad y Amelia cerró los ojos cuando la mano de Luisita inspeccionó el lugar.

- Tócame tú también, Amelia te necesito – le rogó sin dejar de mover sus caderas y la morena obedeció al instante.

- Madre mía, Luisita ¡Cómo estás!

Y sí, ambas estaban muy húmedas, tanto que sabían que no tardarían mucho en acabar. Se miraron, se gimieron, se besaron de nuevo y le dieron mayor movimiento a sus manos. No necesitaron indicaciones, ni decirle a la otra qué ritmo tenía que tomar, ambas parecían saberlo y tenerlo muy memorizado.

La postura quizás no era la más cómoda y quizás habrían querido que el lugar, mejor que el sofá fuera la cama, pero en ese instante les daba absolutamente igual. Porque todo se volvió alientos mezclados, besos entrecortados por lánguidos jadeos y manos que se movían arrancándoles el poco aire que les quedaba.

En cuestión de minutos Luisita sintió cómo Amelia se tensaba. Disfrutó viendo como el rostro de la morena iba cambiando según iba sintiendo con más fuerza el orgasmo y cuando lo logró, cuando Amelia abrió los ojos tras un gemido aún mayor y más largo, fue que Luisita se dejó ir, regalándole a la morena la misma visión que escasos segundos antes había tenido ella.

______________________________________

Es corto, lo sé pero es que nunca se me han dado bien este tipo de escenas, sorry 🤣🤣

Nuestras Vidas y El TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora