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Buenas noches! Vamos allá.

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Corría como si se le fuera a salir el corazón por la boca. Esquivaba a la gente que se cruzaba en su camino con un “lo siento” rápido y atropellado, había estado a punto de caerse tres veces y a un centímetro de estamparse contra una esquina. Sentía que se quedaba sin aire y un fuerte dolor en el costado le decía, no solo que tenía que hacer más ejercicio, sino que estaba respirando fatal en su carrera.

- Pero Luisi, ¿vienes corriendo? – preguntó María, abriendo la puerta y encontrándose con su hermana pequeña doblada frente a la madera intentando recuperar el aliento.

- Pues… a ver… me… mandas un… mensaje diciendo…. Que venga… que es… urgente… pues yo vengo… corriendo – dijo mientras daba grandes bocanadas de aire – agua – desapareció por la cocina.

- De verdad que no se si esta niña es tonta o adorable – dijo María sonriendo ampliamente y sentándose con total tranquilidad en el salón mientras se liaba un cigarrillo.

- Bueno, ¿Qué pasa? ¿qué es tan urgente? – preguntó volviendo de la cocina.

- Pues… espera que ahora te lo cuenta Lola – continuó despreocupada con su cigarrillo.

- ¡María! – llamó su atención - ¡que vengo corriendo desde mi casa, cojona! Que me mandas un WhatsApp diciendo que es urgente y aquí estás, tan tranquila.

- Luisi, te he dicho que era importante, no urgente y tampoco es que se esté muriendo nadie – dijo ahora ya sí, sin poder evitar una carcajada.

- Pero… yo te mato, ¡es que te mato! – fue hacia ella.

- Eh! Eh! Para – la frenó – sí que ha pasado algo, es Lola.

- ¿Lola? ¿Qué le pasa a Lola, está bien?

- A ver, físicamente sí pero…

- Pero ¿qué? María joder que me pones muy nerviosa cuando te pones así – protestó nuevamente - ¿Qué pasa con Lola?

- Amelia me ha dejado – dijo una Lola que entraba en pijama, con los ojos hinchados y un clinex en la mano.

- ¿Qué? – Luisita no podía creer lo que oía.

- Me ha dejado esta mañana – dijo con lágrimas en los ojos sentándose en el sofá al lado de su hermana María quién la acogió entre sus brazos – y yo es que no lo entiendo – Luisita se sentó lentamente en una de la sillas de la mesa del comedor. No podía creer lo que escuchaba – estábamos bien … no sé qué ha pasado.

- Venga Lola – intentó animar María – seguro que se ha agobiado por algo, ¿verdad Luisi? – preguntó a su hermana pequeña directamente quién parecía estar en otro mundo.

- ¿Eh? Ssssssiii claro, claro – contestó sin tener ni idea de qué decir, ¿Qué iba a decirle? ¿Qué el día anterior casi se la tira en el Kings? ¡Dios! ¿¡cómo podía ser tan hija de puta!? – yo… - sintió todo el peso de la culpa oprimirle el pecho.

- No me lo creo, es que no me lo creo – seguía diciendo Lola – tiene que haber algo más – dijo ahora con más rabia – es que estoy segura que hay algo más – repitió cada vez más convencida.

- ¿Algo más como qué? – preguntó María.

- No lo sé – siguió Lola – pero no me creo que se haya agobiado, ni me creo que de pronto quiera estar sola… ¡joder tiene que haber algo más! ¡qué lo he dejado todo en Barcelona para volverme con ella a Madrid! – se lamentaba y Luisita más pequeña se hacía.

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