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Buenas tardes. Vamos a por más o después de ayer se os han quitado las ganas? 🤣

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La actriz consiguió reaccionar justo cuando Luisita se dio la vuelta y comenzó a bajar las escaleras alejándose de ella. Su primer instinto fue salir corriendo tras la rubia pero al darse cuenta de que tan sólo llevaba una sábana, se maldijo a sí misma y cambió la dirección de sus pasos.

- ¿¡Te estás tirando a mí hermana!? – escuchó a Lola desde la cocina, ella la ignoró - ¿Me estás diciendo que mi hermana es la zorra por la que me dejaste? – insistió.

- No vuelvas a hablar así de ella – dijo con rabia una Amelia que salía de su habitación abrochándose el pantalón.

- ¡Eres una hija de puta! ¡CON MI HERMANA! – No daba crédito – ME HABEIS ESTADO ENGAÑANDO TODO ESTE TIEMPO, SOIS UNAS HIJAS DE PUTA.

- Vete de mi casa, Lola – dijo ignorando totalmente sus gritos y mucho más sus insultos, lo único que le importaba era terminar de vestirse y salir tras ella.

- ¿¡DÓNDE VAS!? – dijo al ver que se dirigía a la puerta - ¿De verdad vas a ir tras ella? ¿Y YO QUÉ?

- Tú vete de mi casa, ¡ahora! – ordenó saliendo del apartamento y corrió escaleras abajo como si le fuera la vida en ello. A decir verdad, sí se le iba la vida en ello.

Luisita llegó a su coche y debido a las lágrimas y a los nervios que sentía no era capaz de atinar para abrir la puerta. Aún no podía creer lo que habían visto sus ojos, ni podía procesar las palabras que había escuchado y sin embargo, las imágenes y las cada una de las sílabas no dejaban de repetirse una y otra y otra vez en su cabeza. Como torturándola, como si quieran terminar por romperle el alma.

- ¡LUISITA! – escuchó a su espalda e intentó acelerar sus movimientos. Luisita, mi amor, espera.

- ¡No me toques! – dijo cuando sintió a Amelia agarrar su brazo - ¡Déjame!

- Escúchame, Luisita, por favor – rogó.

- Ya he escuchado bastante y he visto de más – dijo con lágrimas en los ojos y el alma herida.

- ¡Por favor, mi amor! ¡Por favor! – suplicó ella también con lágrimas – no es lo que crees.

- ¡Ah claro! que ahora no es lo que creo. ¡Es que no tengo nada que creer, lo he visto! – recriminó.

-Pero es que eso no…

-No me vuelvas a decir que no es lo que creo o que no es lo que parece porque estoy a punto de perder los papeles, Amelia – le dijo con rabia – al final tenía razón María ¿no?

-¿En qué?

-En lo que dijo. Sí, claro que tenía razón, ¡soy una idiota! – se lamentó – has estado jugando con las dos, ¡claro! Primero con la hermana mayor y luego con la estúpida de la hermana pequeña… justo lo que dijo María. Solo te ha faltado engatusarla a ella para hacer pleno, ¿no es verdad? – evitó un nuevo intento de acercamiento – ¡déjame! – intentó de nuevo abrir la puerta del coche.

- Luisita, Luisita, espera – frenó de nuevo su huida – mírame – pidió, la rubia no lo hizo – mírame, por favor – consiguió que Luisita lo hiciera agarrando su rostro – me conoces, sabes que no te haría algo así, lo sabes.

- Yo ya no sé nada…

- Escúchame, por favor – continuó acariciando su rostro desesperada porqe la escuchara y la creyera – ayer estaba borracha, mucho, ni siquiera me acuerdo de lo que pasó – borró una lágrima del rostro de Luisita y sintió como las suyas empezaban a caer por sus mejillas – pero no te haría algo así… nunca te lo haría… te quiero Luisita… eres el amor de mi vida.

Nuestras Vidas y El TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora