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Buenas noches. Bueno pues venga, vamos a por uno más.

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- Hola – dijo dubitativa y sorprendida al verla allí.

- Hola – saludó del mismo modo – ¿puedo pasar?

- Claro, pasa – se hizo a un lado y dejó que entrar. Cerró la puerta con incertidumbre y un poco de miedo y finalmente entró tras ella - ¿Qué haces aquí?

- ¿Qué haces aquí?

- Es que he ido a la estación y he dado media vuelta, Luisita. No soportaba la idea de separarme de ti para siempre.

- Vaya… - dijo tras sobreponerse a aquel recuerdo y mirando todo a su alrededor esto está… - y se quedó callada porque simplemente el hecho de ver las cajas en mitad del salón, haciendo real su marcha, hizo que le diera un vuelco el corazón.

- Sí, es lo que tiene una mudanza – contestó dejando el disco en una de las cajas - ¿Estás bien? ¿Ha pasado algo?

- No… o sí, no sé – decía nerviosa – es que… he, he estado hablando con Lola y…

- ¿Y ahora qué? ¿Qué otras ideas te ha metido en la cabeza? – preguntó sin importarle si estaba siendo justa o no y volvió a meter cosas en cajas.

- No me ha metido cosas en la cabeza – contestó – más bien me ha aclarado otras.

- Miedo me da los que Lola haya querido “aclarar”.

- Me ha contado qué fue lo que pasó esa noche – dijo con firmeza en la voz y mirando directamente a una Amelia que frenó todos sus movimientos al escucharla.

- Ya… - afirmó con la cabeza – sigo sin recordar nada, así que… lo que te haya contado…

- No pasó nada – aclaró haciendo que Amelia enmudecieron – esa noche no pasó nada – repitió con una leve sonrisa.

- ….

- ¿No dices nada? – preguntó ante el silencio de la actriz.

- Bueno… que es un alivio tener al fin la certeza de lo que tenía casi seguro – contestó casi sin mirarla.

- Amelia… por favor, mírame – pidió y la morena no pudo más que hacer lo que le pedía, porque haría todo cuánto le pidiera por el resto de la eternidad – escúchame… he sido una idiota…

- He sido una idiota, de verdad que, que me he portado muy mal contigo y yo entiendo que tú no quieras volver a verme nunca más. Pero quiero que sepas que estoy dispuesta a esperar todo lo que haga falta.

- ¿Esperar a qué? ¿Esperar a qué?

- A que me perdones.

- Luisita…

- No, espera, déjame terminar – la frenó – no sé cómo pude dudar de lo que pasó esa noche, debí haberme dado cuenta de que todo era un invento de Lola – se recriminó – en realidad, si lo pienso incluso era demasiado evidente.

- No, Luisita, cualquiera en tu situación habría pensado lo mismo – dijo con calma – la jugada le salió redonda, hasta yo la creí al principio, es normal que reaccionaras así – continuó dando un pequeño paso al frente – creo que yo habría reaccionado peor – sonrió de lado.

- Perdóname – pidió Luisita con los ojos cristalizados.

- … Amelia si soy yo la que te tiene que pedir perdón a ti. Es que he ido… he ido a la estación a buscarte.

Nuestras Vidas y El TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora