42

3.4K 301 44
                                    

Buenas noches!! Que tal el sábado? Espero que bien, bueno por aquí un capítulo más, esta vez más larguito que los otros. Venga, vamos por uno más. Ya me contáis que os parece 🤣🤣😝😝

_______________________________________

Abrazadas y desnudas bajo las sábanas, disfrutaban de la calma tras la explosión de placer que habían experimentado minutos antes. Sus respiraciones, ahora pausadas y acompañadas, les hacían sentir como si estuvieran en una nube de comodidad y las leves caricias que compartían las hacían sonreír al unísono.

La morena, tumbada sobre la rubia, acariciaba levemente su abdomen al tiempo que escuchaba el fuerte y rítmico latido del corazón de Luisita quién, abrazándola y uniéndolas tiernamente a su cuerpo, dejaba leves cosquillas en la espalda de la morena.

- Creo que deberíamos discutir más a menudo – dijo Amelia con una sonrisa boba.

- ¿Discutir? Yo no quiero discutir contigo  nunca más en mi vida – contestó la rubia.

- Bueno pues discutimos de mentira – movió la cabeza y apoyo el mentón en el pecho de su novia para mirarla a los ojos – cariño es que el sexo de reconciliación es tan bueno….

- Jajaja pero qué tonta eres – dijo dándole un leve golpecito – además que a nosotras no nos ha hecho falta discutir para tener buen sexo.

- Eso es verdad – se irguió levemente para atrapar sus labios en un beso suave y volver a su posición inicial – ahora ya fuera bromas, te he echado mucho de menos.

- Y yo a ti, mi amor – contestó Luisita – estos días han sido… no sé, horribles – terminó de decir sin encontrar la palabra perfecta para describir cómo se había sentido.

- A mí solo me han servido para una cosa – Luisita la miró con atención – para saber que no quiero separarme de ti nunca más en mi vida – terminó de decir regalándole una enorme sonrisa llena de amor y promesas de futuro.

- Yo tampoco quiero separarme de ti nunca más – contestó la rubia a quien, varios recuerdos lejanos, de otras vidas, le asaltaron de pronto – Amelia… - pronunció tras unos minutos de pausa.

- Dime – susurró y al sentir que el cuerpo de la rubia bajo el suyo se tensaba, se preocupó – cariño, ¿Qué pasa? ¿estás bien?

- Tienes que prometerme una cosa – dijo asustada.

- Lo que quieras, pero cuéntame qué te pasa – apremió.

- Prométeme que ningún capitán del ejército te empujará, te caerás y te morirás por un golpe en la cabeza – dijo totalmente en serio para sorpresa de Amelia.

- Pero – se incorporó – cariño, ¿A qué viene esto?

- Tú solo promételo, Amelia, por favor – insistió.

- Cariño pero – realmente tenía hasta ganas de reír por aquella salida pero al ver la angustia en los ojos de Luisita, ahogó su risa y contestó con seriedad – te lo prometo, mi amor.

- Bien, ahora prométeme que no te contagiarás de tuberculosis o de cólera y morirás en mis brazos – siguió la rubia.

- ¿La gente aún se muere de tuberculosis y de cólera? – preguntó fuera de juego – creo que ya existen buenos tratamientos para eso.

- Yo que sé, pero promételo también – seguía diciendo obcecada.

- Claro, cariño, te lo prometo – contestó – ¿Me vas a contar a qué viene todo esto?

- Si, pero antes prométeme otra cosa – Amelia le dio pie a seguir – prométeme que no te dispararán el día de nuestra boda y que no tendré que operarte sin tener ni idea de medicina solo para que te des cuenta de que la bala tapona la herida y que no morirás en mis brazos.

Nuestras Vidas y El TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora