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Buenas noches! Un capítulo más, vamos allá.

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En los siguiente días, Amelia no dejó de darle vueltas al tema de la actuación. Quería decir que no, que no se veía capaz de cantar delante de nadie, que lo único que le apetecía era salir corriendo. Sin embargo, Lola insistía tanto y tanto que no le dio ninguna opción, así que ahí estaba, aquel sábado noche, en el despacho del Kings, muerta de los nervios.

- Lola, yo no sé si esto es buena idea – le dijo finalmente Amelia, su novia la miró sin creer lo que escuchaba.

- Amelia, ahora no me puedes decir esto, en serio, que está la actuación anunciada desde hace días, que no le podemos hacer esto a mis hermanas – le dijo para intentar convencerla.

- Ya, pero es que yo soy actriz, no cantante – intentó argumentar.

- Te he escuchado tocar la guitarra, cantar e incluso componer y lo haces genial – se puso de rodillas frente a ella – no te preocupes, lo harás muy bien.

- Es que no creo que pueda ni tocar un acorde, me tiemblan las manos, en serio, no puedo – se dio por vencida.

- Chicas, cinco minutos – dijo Luisi entrando al despacho para avisarles.

- Pues me parece que ni cinco, ni veinte – dijo la mayor de las Gómez – porque ahora dice que no quiere actuar.

- Lola, por favor – le pidió con cierta seriedad.

- ¿Qué? Es lo que me acabas de decir, a cinco minutos de salir – le recriminó.

- No haberme metido en esto – contestó sin achantarse.

- Chicas – intentó interceder la rubia.

- Mira, habla tú con ella, que al final, eres tú la dueña del local – dijo antes de dejarlas a solas.

- ¿Estas bien? – dijo acercándose con cautela una vez que Lola se hubo marchado.

- Cuando se pone así te juro que…

- Que la matarías – terminó por ella con una sonrisa, Amelia le imitó el gesto – lo sé, la conozco, yo también lo haría.

Se quedaron en silencio unos segundos. Luisita se movió por la habitación a pasos lentos, midiendo cada movimiento para no poner más nerviosa a la actriz. Se sentó frente a ella en una de las butacas y volvió a sonreírle de manera tranquilizadora.

- ¿Estás bien? – repitió la pregunta inicial.

- Estoy nerviosa – contestó – no se si pueda hacerlo, Luisita – confesó intranquila – es que yo no canto en público y me da un poco de miedo.

- Pero si has actuado en teatros – pronunció queriendo entenderla – en  pequeñas obras, vale, pero aquí seguro que hay menos gente que en esos microteatros.

- Pero no es lo mismo – continuó Amelia mirándola culposamente – cuando actúo no soy yo, soy otra persona. Cuando interpreto a alguien soy ese alguien, ¿entiendes?

- Ya lo creo que entiendo – dijo dándole un doble sentido a sus palabras consiguiendo lo que quería, que Amelia se riera un poco más y se relajara de una vez.

- Tonta, te estoy hablando en serio – dijo agradecida por la broma – pues eso, que no soy yo sino el personaje el que está encima de las tablas – Luisita afirmó – sin embargo, en el momento en que salga ahí fuera con la guitarra – señaló la puerta – voy a ser yo, no un personaje y no sé si pueda hacerlo.

- Amelia, mírame – puso sus manos sobre las de la morena – no pasa nada si no quieres actuar, de verdad. No pasa nada – reiteró.

- Pero, ya está anunciada y la gente está esperando y… no puedo haceros eso.

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