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Buenas tardes. Bueno un capítulo más, este es un poco transitorio pero necesario para llegar donde quiero llegar 🤣😜

Ahinoa! FELIZ CUMPLEAÑOS, ESPERO QUE ESTÉS TENIENDIOUN BONITO DÍA 😘

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El cumpleaños de Ciriaco al fin llegó y como era tradición, toda la familia se reunía en el bar familiar para la celebración. Este años, además de la familia y los amigos más cercanos se unían también Amelia y Nacho, este último invitado de última hora por una María que, como ella decía, estaba demasiado encoñada.

La casualidad quiso que las dos parejas, que venían juntas de casa de María, se encontraran con Luisita en la puerta del Asturiano y, tras los saludos correspondientes, entrasen todos a la vez.

No había cruzado del todo el umbral de la puerta y Amelia tuvo la sensación de que había llegado a su casa. A esa casa donde solo obtienes seguridad, comprensión y sobre todo amor. Los Gómez al completo fueron presentándose y llenándola de besos y con cada uno de ellos se sintió cada vez más parte de la familia. Miró un segundo hacia la barra cruzando su mirada con la de una Luisita que elevaba del suelo a su hermana Catalina, la benjamina de los Gómez, y no dejaba de darle besos ante las sonrisas de la pequeña. No, no solo empezó a sentirse parte de esa familia; en realidad fue más extraño que eso, no es que se sintiera un nuevo integrante, es que sintió, de un modo irracional,  que había sido siempre parte de aquella familia. Fue como sentir que volvía con los suyos después de un largo viaje. Como un estudiante que vuelve a casa tras un largo Erasmus, o como aquél que tras trabajar durante años en el extranjero, vuelve a la casa que le vio crecer.

- ¿Estás bien? – preguntó Lola sacándola de sus pensamientos y logrando que desviara la vista.

- Si, perfectamente – no sabia en qué momento se había emocionado pero, intenta si disimularlo, sonrió tranquilizadora.

Tras un rato de festejos y de regalos para Ciriaco, se sentaron todos a comer en la enorme mesa que Manolita había dispuesto para la ocasión. Nacho y María se sentaron juntos y frente a ellos, Lola, Amelia y a su lado una Luisita que no había podido sentarse en otro lugar, aunque lo había intentado.

- Nacho, Nacho – dijo Marcelino llamando la atención del chico y de la mesa. María negó con la cabeza y Luisita empezó a reír disimuladamente – ¿o Ignacio? ¿qué prefieres?

- Nacho está bien – dijo despreocupadamente el chico.

- Bien, pues Ignacio entonces – miró al resto de comensales - y dime, Ignacio – enfatizó el nombre - ¿a qué te dedicas?

- Soy abogado – continuó dejando a un lado la comida – ahora mismo estoy a punto de abrir mi propio bufete.

- Vaya, pues me alegro, hijo, me alegro – continuó – y… ¿qué intenciones tienes con mi hija?

- ¡Papá, por favor! – exclamó María.

- ¡Marce! – advirtió su mujer.

- Pero si no he preguntado nada malo, ¿O te parece algo malo, Ignacio?

- No, no, para nada, no es nada malo, por supuesto que no, ¡qué va a ser malo! – Nacho se puso nervioso. Luisita escondía las risas tras la servilleta y María quería matar a su padre en ese instante – y… puede llamarme Nacho.

- Entonces, Ignacio - ignoró sus últimas palabras - si no es nada malo, digo yo que podrás contestarme ¿no? – miró al resto – podrá contestarme el chico, digo yo.

- Le aseguro que mis intenciones con su hija son buenas, aunque aún no hemos hablado ella y yo de nada de esto, pero su hija me gusta, me gusta mucho y ahora mismo lo único que sé es que quiero seguir conociéndola y espero que esto nos lleve a algo bonito – dijo de carrerilla ante la cara de boba de María, la de satisfacción de Marce y la risa de Amelia que no había visto a su amigo así de nervioso en la vida.

Nuestras Vidas y El TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora