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Pues qué digo yo que podríamos seguir un poquito más ¿no?

Piano piano y ahí vamos.

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Los siguientes días pasaron extraños. Ninguna de las dos quiso darle más vueltas a lo que habían “sentido” aquella noche. Amelia se centró en sus castings y en pasar tiempo con Lola antes de que ésta se fuera de vuelta a Barcelona y Luisita pasó los días a caballo entre el Kings, la radio, ir a casa de su madre con los pequeños y ayudar a su abuelo en El Asturiano. Cualquier cosa que tuviera su mente ocupada era para ella un descanso.

Por las noches, sin embargo, era harina de otro costal. Cuando conseguía quedarse dormida, invadían su mente un montón de sueños extraños. Unas veces soñaba que era la quinta de seis hermanas de los años veinte amando a escondidas a una preciosa mujer. Otras veces soñaba que era la mediana de las tres hijas de un padre autoritario, cruel y sin escrúpulos de finales del siglo XIX que vivía un tórrido romance con una de las chicas de un prostíbulo. Casi todas las noches despertaba sudorosa y angustiada, con la respiración agitada y sin entender muy bien por qué le estaba pasando aquello.

El avión de Lola saldría el jueves a primera hora de la mañana, así que tras insistir y conseguir convencer a Amelia decidieron salir a cenar el miércoles por la noche y después ir a tomar algo al bar de las Gómez. Le resultó un poco extraña la reticencia de Amelia ante aquella salida pero supuso que su chica prefería un plan más íntimo en casa de la actriz. A ella también le apetecía ese plan y de hecho, tenía intención de acabar así la noche, pero la verdad era que también le apetecía disfrutar de su pareja tomando algo juntas.

- Hola chicas – saludó Lola alegre al bajar las escaleras del Kings – ¿Cómo va la noche? – preguntó sin soltarse de la mano de Amelia que había quedado un poco rezagada.

- Pues bastante tranquila – dijo María sonriendo a la pareja – aunque claro para ser miércoles es normal – apuntó – ¿qué os pongo?

- Yo una cerveza, ¿tú?

- Otra – contestó Amelia algo distraída.

- ¿Y Luisi?

- En el almacén, ahora saldrá – sirvió las cervezas – oye Amelia que te quería yo preguntar – llamó su atención – el chico este amigo tuyo que vino una vez …

- ¿Nacho? – María asintió – sí, que pasa con él.

- Pues… ¿tiene novia? – preguntó inocente.

- Jajajaja lo sabía – rió Lola con ganas – te lo dije, te dije que a mi hermana María le iba a gustar, ¿te lo dije o no?

- Sí, sí que me lo dijiste – afirmó con una leve sonrisa.

- En cuanto vuelva de Barcelona te lo presento, ya verás, es que sois tal para cual – decía emocionada – de verdad pegáis un montón.

- ¿Quiénes pegan? – preguntó Luisita quién, tras salir del almacén y verlas en la barra había necesitado un momento para respirar y calmarse antes de terminar por acercarse.

- Nacho, un amigo de Amelia, y María – anunció Lola con una sonrisa en los labios.

- ¿Ese es el chico que te tiene loca? – preguntó la rubia a su hermana María, ésta le dio un codazo – joder, no intentes disimular ahora, llevas hablando de él desde esa vez que vino con Amelia – señaló.

- Decidido, nada más volver organizamos una cita a cuatro y los presentamos – finalizó Lola y al escuchar aquello Luisita bajó la mirada – por cierto, ¿le habéis comprado ya algo a Ciriaco?

Nuestras Vidas y El TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora