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Pues voy a dejar esto por aquit, a ver qué tal vamos.

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Tamborileaba con los dedos sobre la mesa en una evidencia clara de su nerviosismo. Esperaba que el camarero trajera su café y frente a ella, un Nacho con los brazos cruzados esperaba con calma.

- ¿Qué quieres que te diga, Nacho? ¿qué quieres que te diga? Si ni siquiera yo sé qué es lo que me está pasando – protestaba al ver que su acompañante no iba a ayudar.

- Pero vamos a ver Amelia, que es que yo creo que tú te has vuelto loca o te han abducido los extraterrestres o algo – decía haciendo aspavientos con las manos – pero es que tú no eres así y hasta hace… nada, hasta hace nada estabas muy bien con Lola.

- Es que nunca he dejado de estar bien con Lola – dijo sintiéndose realmente culpable.

- ¡Amelia, por favor! – protestó.

- ¡Qué es la verdad! – insistió – es que con Lola no tengo ningún problema, que no tenemos ningún problema – siguió diciendo – y que si no fuera por esto que me pasa, que ni yo misma lo entiendo, estaríamos como siempre.

- A ver, Amelia – siguió serio pero intentando poner un poco de cordura – vamos a dejarnos ya de tonterías y de historias, que me acabas de decir que ayer casi te foll…

- Aquí tienen – el camarero llegó cortando a Nacho quien se echó hacia atrás en la silla para dejar espacio al chico.

- Gracias- dijo cuando les sirvió sus pedidos – pues eso, que me acabas de decir que ayer casi te follas a la hermana de tu novia – recriminó – !a la hermana de tu novia, Amelia! ¡por favor!

- ¡Que ya lo sé! Sé perfectamente lo que hice ayer – siguió ella sin defensa ninguna – no me voy a excusar en que estaba borracha porque no, soy plenamente consciente de lo que hice, lo que no sé es por qué lo hice – continuó.

- Pues si no lo sabes tú…

- Joder, Nacho, dame un poco de tregua, que estoy hecha un puto lío – le pidió y realmente estaba bastante agobiada – te juro que no sé qué me pasa con Luisita, pero es que… uff... desde el mismo día que la vi siento que algo nos une – intentó explicar – algo que va más allá de nosotras mismas, es que no sé cómo explicártelo – se lamentó de nuevo.

- ¿Y Lola? – preguntó.

- Pues Lola… con Lola no siento eso que me pasa con Luisita – confesó bajando la mirada – me gusta, estamos bien juntas, hemos sido felices… pero no… no sé, pensé que sí – corrió a defenderse porque estaba sonando todo tan mal que hasta ella misma se enfadaba – de verdad que cuando Lola y yo empezamos sentía ese nudo aquí – dijo señalando el estómago – y creí que… creí que funcionaría, pero luego vinimos a Madrid y apareció Luisita, - se tapó la cara con las manos - es que no se explicártelo Nacho, fue como… como sentir que todo encajaba, que se llenaban todos los vacíos que alguna vez sentí en mi vida y que al fin estaba en casa.

- ¿Tú estás enamorada de Luisita, Amelia? – preguntó porque aquello que acababa de decir le había dejado sin palabras.

- Enamorada… no… ¿cómo… cómo voy a estar enamorada? Ni siquiera la conozco y… - se quedó callada – no puedo estar enamorada de ella, es la hermana de Lola…

- Exacto – dijo haciéndole ver lo evidente - ¿te das cuenta de lo jodido que va a ser esto? – Amelia afirmó con la cabeza - ¿Y qué vas a hacer? ¿vas a seguir con Lola como si nada?

- ¿De verdad me conoces tan poco para pensar eso de mí? – se ofendió – Nacho, nos conocemos desde que somos críos, sabes que no soy una cabrona y lo último que quiero es hacer daño a nadie… y sé que en estas circunstancias no puedo seguir con ella.

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