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Buenas noches! Bueno, aquí mis horas random para actualizar y yo os traemos un nuevo y corto capitulo más bpor aquí, ya me vais diciendo 😛

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Amelia llegó a casa bastante cansada. El rodaje ese día había sido agotador emocionalmente hablando y ahora solo tenía ganas de sentarse en el sofá, abrazarse a Luisita y recibir una sesión de mimos que hicieran recargar sus pilas.

Tras quitarse la chaqueta y dejar las llaves en el recibidor, llegó al salón encontrándose, en la mesa del comedor una cartulina blanca con mesas dibujadas y chinchetas sobre ellas. Sonrió, Luisita había estado entretenida ese día.

- Cariño, estoy en casa - dijo fijándose en la organización - ¿Estabas con las mesas?

- ¡Sí! - escuchó desde la habitación - ya salgo, pero ve echándole un vistazo.

- Si estás en la ducha, espérame que voy - dijo sonriente.

- Tarde - contestó Luisita saliendo a su encuentro - hola amor - saludó con un beso.

- ¿Dónde vas tan guapa?

- ¿Guapa? Sí llevo un vaquero y una camisa, Amelia, por favor, No exageres - sonrió.

- Para mí estas preciosa siempre, te pongas lo que te pongas.

- Uhmm para mí tú también - dijo con una sonrisa boba.

- ¿Ah sí? - Luisita asintió - y ¿cómo te gustó más, con el uniforme de policía de la serie, o cómo voy ahora?

- No, sin nada - contestó pícara.

- Que mala...

- Aunque también te digo que el uniforme de policía.... Ufff.

- Qué pena que no me lo dejen sacar de allí de nuevo - continuó coqueta acercándose a ella - aunque claro, después del destrozo que le hiciste... - la abrazó por las cintura acercándose a una rubia que se mordía el labio.

- A ver, destrozo, destrozo tampoco - se defendió - un par de botones que saltaron, que vaya mierda de camisa, además que con un tironcito se caen los botones.

- Un tironcito dice - se rió abiertamente - cariño, me arrancaste la camisa literalmente, raro es que no la destrozaras.

- Bueno, perdóname si me pongo un poco... intensa - dijo haciéndose la ofendida.

- No seas tonta - continuó robándole un beso - que a mí me encanta cuando te pones fiera, me pone muchísimo - susurró.

- ¡Amelia!

- ¿Lo ves? Sí es que eres adorable, cariño - sonrió - eres muy dulce, divertida e inocente pero luego... te conviertes en mi fiera.

- Estas tontísima, ¿qué te pasa? - preguntó entre risas.

- Nada que tenía muchas ganas de llegar a casa - sonrió jugueteando con el cuello de su camisa - de estar contigo, en el sofá... y no sé perdernos el respeto un ratito.

- Uhmmm tentador cariño - sonrió - pero tengo que irme al bar.

- ¿Al bar? Si no tenías turno hoy, ¿no? - pregunto chafada.

- Y no tenía, pero me ha llamado María que le hiciera el favor de cambiarle el turno, no sé qué historia tenía con Nacho - dijo sin darle mayor importancia - así que... como en una hora tengo que estar allí.

- Pues en una hora nos da tiempo a muchas cosas, cariño - intentó atacar de nuevo.

- Sí, a muchas, como por ejemplo a terminar de ubicar a la gente - se separó de Amelia dejándola con cara de fastidio - y a elegir los centros de mesa.

Nuestras Vidas y El TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora