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Buenas tardes de domingo. Vamos allá. Un poco más.

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Cuando Amelia abrió los ojos aquella mañana, lo hizo sintiendo los rayos de sol dándole directamente en el rostro. Se llevó las manos a la cara y se frotó los ojos mientras se movía levemente. Sintió movimiento a los pies de la cama y su sonrisa se hizo enorme al verla.

- ¿Qué haces ahí? – preguntó aún saliendo del sueño.

- Nada, te miro – contestó la rubia sin apartar la mirada de ella.

- Me miras – sonrió.

- Sí y también te he hecho alguna foto – confesó con cierta vergüenza en la voz - ¿Te molesta?

- No, pero pareces un poco psicópata – bromeó logrando que Luisita riese ante aquella salida.

- ¿Psicópata? ¿En serio? – Amelia asintió con la cabeza – bueno… pues entonces supongo que no querrás tener cerca a una psicópata y no querrás besarla, ni acariciarla – decía mientras se iba acercando con movimientos gatunos.

- De eso nada, eres mi psicópata – afirmó – y no pienso dejar de besarte – la abrazó cuando la rubia llegó a su altura.

- Buenos días – susurró melosa muy cerquita de ella.

- Buenos días – contestó de la misma forma atrapando sus labios en un leve y suave beso.

- Feliz cumpleaños – felicitó.

- Gracias – contestó con una sonrisa viva en la cara – despertando así, sí que va a ser feliz, sí.

- Que boba eres – dijo sonriendo antes de volver a besarla – bueno pues…

- Eh, eh, eh ¿Dónde vas? – frenó su intento de separarse y la atrajo de nuevo hacia ella – quiero mi regalo.

- Y a por él iba – dijo señalando hacia fuera de la habitación.

- Pensé que mi regalo eras tú – afirmó elevando las cejas.

- Madre mía, sí que eres insaciable – se rió – si no hemos parado en toda la noche deeee….

- Deeee – la invitó a seguir - ¿De qué a ver? ¿De qué no hemos parado en toda la noche? – besó su cuello entre sonrisas - ¿De esto? – dio un pequeño mordisco a la yugular de la rubia - ¿O de esto quizás? – atrapó el lóbulo de la oreja entre sus labios y Luisita tuvo que hacer un gran esfuerzo por no dejarse llevar.

- Amelia, Amelia, Amelia – la paró – espera que quiero … de verdad que quiero darte tu regalo.

- Pero si ya me lo estás dando – repitió.

- En serio, para, por favor. Que quiero dártelo y luego no voy a poder hacerlo – y diciendo esto logró escabullirse de su agarre y salió de la habitación para volver después con algo envuelto.

- ¿Pero de verdad me has comprado un regalo? – se sorprendió porque hacía muchísimo tiempo que no permitía que nadie le regalara nada y se sintió tremendamente e inusualmente ilusionada por ello – Luisita, no tenias por qué.

- Bueno, a ver, comprar, comprar, no lo he comprado porque no he tenido mucho margen de maniobra – se excusó – pero sí creo que es algo que te va a gustar – dijo ilusionada.

- A ver… - con premura e ilusión rompió el papel de regalo y lo que encontró tras él, la dejó callada – pero… Luisita – miró a su chica quién le devolvía la mirada con una sonrisa también llena de ilusión – Es tu disco – dijo algo emocionada al tener, al fin, aquella edición especial del discazo de Within Temptation que tanto había buscado y que Luisita guardaba como un tesoro.

- Nop, ahora es tuyo – contestó negando con la cabeza.

- Cariño no puedo aceptarlo – siguió – sé lo que te costó encontrarlo y más aún sé cuánto vale este disco, es demasiado.

- Amelia, mi amor, que yo también sé cuánto deseas tenerlo y cuánto lo has estado buscando y quiero que lo tengas tú – afirmó – además, es mi regalo de cumpleaños y los regalos no se devuelven jamás en la vida, así que ya no puedes rechazarlo – continuó diciendo mientras se tumbaba a su lado.

- Te quiero.

Luisita miró a Amelia al escuchar aquellas dos simples palabras. La actriz le devolvía la mirada de manera profunda. Era la primera vez que se lo decía y sentía que llevaba siglos haciéndolo. Le había salido casi sin pensar, sin buscar un momento romántico donde decir esas dos simples palabras que significaban tanto, porque tenía tan interiorizado aquel sentimiento, lo sentía tan cotidiano, que no le hizo falta un gran momento de película para decirle a Luisita lo que, en el fondo de su alma, supo desde el mismo instante en que cruzó la mirada con la suya.

- Perdona… yo… - bajó la cabeza pensando, ilusa, que tal vez para Luisita sí que era demasiado pronto para ese sentimiento tan profundo. Desvío la mirada de la rubia y se concentró en el disco de nuevo hasta que la mano de Luisita buscó su rostro, obligándola a que la mirara de nuevo – yo… lo siento, creo que me he precipitado, perdóname - repitió y la rubia silenció sus labios con uno de sus dedos. Amelia tomó su mano y entrelazó los meñiques de manera involuntaria, casi sin darse cuenta de aquel gesto. Luisita, sin embargo, llevó su mirada a aquella unión y simplemente sonrió emocionada.

- Espera, espera…

- ¿Qué?

- Que me da mucha rabia, no poder despedirme de ti con un beso.

- Bueno, en casa te doy todos los que quieras.

- Y ¿Por qué no hacemos algo nuestro? No sé, un gestito o algo. Que sustituya todos los besos que no nos podemos dar.

- ¿Cómo qué?

- No sé, dame tu mano… yo creo que algo así ¿no?

- …

- Te quiero.

- Te quiero.

- No tenía que haber dicho nada – escuchó lamentarse a Amelia y elevó la vista de sus meñiques aún entrelazados.

- Amelia – la llamó haciendo que quedara en silencio. Se soltó de sus manos, dejó el disco a un lado y se puso a horcajadas sobre sus piernas. Abrazó a la actriz por el cuello sonriendo al quedar frente a frente con ella, miró sus ojos de manera profunda y la besó levemente.

- Yo también te quiero – susurró lentamente Luisita en su boca y Amelia, sonriendo, volvió a atrapar aquellos labios de los que esperaba no separarse nunca más en toda su vida.

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Es cortito, lo sé, quizás de los más cortitos del fic, pero ey! Va, que estamos de celebración de cumpleaños y dentro de poco, poquisisisimo se viene colaboración de Naya 😅😅🤣🤣😜😜

Nuestras Vidas y El TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora