서른 넷

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Gea atravesó tímidamente las puertas de cristal de BigHit Labels, sosteniendo nerviosamente la bolsa de comida. Buscando desesperadamente por señales de alguno de sus vecinos. Un sonriente Jimin o un amable Jungkook, que le socorrieran de las miradas curiosas de la gente inacostumbrada a sus rasgos occidentales. Se sintió diminuta entre todas esas personas que manejaban el coreano perfectamente y no parecían interesados en ofrecerle ayuda, nuevamente maldijo a Jimin por tardarse tanto en todo.

—Buenas tardes—saludó Gea a la recepcionista.

Treintona, vestida de celeste, con una mirada dulce; mas su postura rígida le decía que le incomodaba su presencia.
La vista periférica le permitía ver un par de figuras masculinas conversando cerca del propio escritorio de la recepcionista.

—Buenas tardes.

—Busco a Park Jimin.

—¿De parte de quién?

—Gea Saavedra.

Era curioso: que la treintona siguiera firme a no aprenderse su nombre y aceptar que Gea era amiga de Bangtan Sonyeondan, como que a Gea no dejara de causarle temor entrar a BigHit y le flaqueara el idioma al hablar.

—Aguarde un momento.

La mujer se levantó y en pocos segundos de perdió por unas escaleras anchas.
Gea suspiró, reprimiéndose a sí misma por pensar que Jimin sería puntual por primera vez en su existencia. Tomó aire otra vez, haciendo su mayor esfuerzo por ignorar las miradas curiosas y maliciosas de los trabajadores. Repasó su atuendo, temía más por sus piernas descubiertas hasta los muslos, que por los botones abiertos de su camisa, dejando a la vista ápices de su ropa interior. Pero a Corea no le importaban sus piernas desnudas, desaprobaba su pecho a la vista.
Quiso rasquetearse todo el cuerpo al sentir aquel par de jóvenes mirándola con recelo y susurrándose. Después de un tiempo viviendo en Corea del Sur, entendía que existía el hombre surcoreano que se sentía atraído por extranjeras, junto al que no. Entre miradas en tiendas, caminando por Hongdae, cuando le sonreían al presentársele en algún evento social. Una habilidad respaldada por su propia sensibilidad femenina que le permitía distinguir qué muchachos querrían acercarse a ella con dobles intenciones. Aquellos dos que ahora la miraban indisimuladamente solo tenían pinta de imbéciles.
Rezó porque alguno de los muchachos acudiera pronto a su rescate, o por que aquellos desconocidos no intentaran acercarse a bombardearla con preguntas estúpidas, con solo verlos supo que serían del tipo que le preguntaría si sabe bailar y le diría que era exótica.
Definitivamente a los machitos no se les huía por más lejos de casa que estuviera.

—Ha venido ya varias veces buscando a los chicos de Bangtan...

—¿Entenderá bien el coreano?

Quiso devolverse hacia ellos y decirles que sí, que les estaba entendiendo perfectamente; sin embargo se quedó en su lugar desviando la mirada hacia otro lado.

—Obvio, idiota, por algo es amiga de ellos.

—Por como se ve: no creo que necesiten que hable mucho.

El otro chico rió.

—Tienes razón.

—No sabía que les gustaran tan niñas...

—¡Quién pudiera!

—Lo que es tener dinero...

Gea miró el escritorio de la recepcionista, intentando distraerse entre las notitas de colores o el teclado de la computadora en hangul.
El elevador al fondo de la habitación se abrió, trayendo consigo el sonido de los zapatos de Jimin y Taehyung.
Los dos trabajadores dirigieron miradas y sonrisas de picardía a los dos idols, que los miraron confundidos.

𝗦[𝗘]𝗢𝗨𝗟𝗘𝗗 | Kim NamjoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora