일곱

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   En sus casi 17 años de vida, Gea Saavedra nunca se había caracterizado por ser una chica especialmente romántica o enamoradiza, seguía sin conocer lo que era un noviazgo formal y duradero, pertenecía a ese grupo de jóvenes que simplemente no estaban interesados en enamorarse ni fantaseaban con una relación perfecta.
   Para su entrada a la YISS, no pasaron desapercibidos sus rasgos poco comunes y su delgada figura, tampoco el cabello ondulado y la piel de subtono cálido, la chica tenía en sus manos la capacidad de alardear sobre los varones que andaban por ahí intentando cortejarla, pero como ya se mencionó antes, a ella no le interesaba ese tema. También era demasiado feminista y segura de sí misma como basar su belleza en la aprobación del sexo opuesto.
   A pesar de esto, llegaba a gastar una pizca de su tiempo en recostarse a su casillero del colegio, con un chico luciendo su más seductora sonrisa para ella, se limita a asentir fingiendo interés y que no ha escuchado la mismas palabras en ocasiones anteriores. Esa mañana en la Yongsan International, la suerte estuvo a favor del estudiante de 11avo grado, Lee HaSup, quien se encontraba en su mayor modo de galantería, en un suéter color azul, pantalones grises y botas negras, sus lentes se acoplaban a la forma de su rostro bien esculpido, mientras el cabello a la altura de las orejas se encargaba de rematar la pinta.
   Captó la atención de Gea, pero no lucía como el amor de su vida.

—¿The Hill, ah?

   Ella asiente, sintiéndose nuevamente una completa estúpida, porque al parecer todo el mundo excepto ella sabía quienes eran sus aclamados vecinos. Consideró en contárselo a Namjoon la próxima vez que lo vea para pasar un divertido rato burlándose de sí misma.

—¿No conoce más de Seúl?

—No realmente, no he tenido oportunidad de salir mucho.

—La ciudad está bastante bien, llevo varios años aquí, dele una oportunidad.

   Los orbes de Gea se nublan en amargura, repitiéndose que ya deseara esa ciudad una oportunidad suya. Pero sus ganas de llorar y destruir ese día tenían una nueva ruta de escape, porque un encantador estudiante de la YISS había caído en las garras de esa exótica fachada con la que la muchacha se paseaba por los pasillos del instituto, como si no estuviera enferma de ese país asiático al que fue obligada a inmigrar.
   La latinoamericana no era mala persona en ese aspecto, rechazaba a los chicos con amabilidad y tacto, sin llegar a dejar de lado la determinación a la
hora de hacerlo, nunca se había visto envuelta en un chisme o polémica, no se entrometía en las vida de nadie, era la viva prueba de una persona comprometida con la idea de llevar la fiesta en paz.
   En esta ocasión se da una variante, una pequeña e insignificante excepción, que posteriormente podía convertirse en un extraordinario caos de emociones para quienes no están enterados de las verdaderas intenciones detrás:
   Gea estaba aburrida.

—¿Por qué no quedamos un día? Me imagino que le sobran lugares favoritos a los que podría llevarme.

   La alineada sonrisa de Lee HaSup hace presencia en la conversación, la boca empieza a saberle a victoria, una perfecta tarde al lado de la extranjera empieza a correr por su mente, su ego se infla y está listo para echar carrera hasta llegar a su grupo de amigos para presumir por tal hazaña alcanzada.
   Gea nota esto, lo cuál le causa ternura, un tanto de remordimiento también, porque es consciente de que las cosas no llegarían muy lejos con HaSup, sin embargo le parecía una buena idea el tener a un chico con el cual pasar el tiempo, que la hiciera alejarse del Hill por un par de horas, cuando el sentimiento de encierro y tristeza se volvían insoportables, ahí entraría en escena el junior para Gea Saavedra.
   Para el final del día lectivo, todos los estudiantes se dispersan, subiendo a sus debidos autobuses, otros suben a lujosos autos, algunos simplemente se agrupan y se retiran caminando.
   La foránea mira el autobús, el cual no le llama la atención ese día, no le apetecía, no quería pasar la tarde en el condominio, juega con la piedrilla suelta sobre la acera, formada en la fila para subir al autobús en compañía de sus hermanos, ruega porque el lindo chico de lentes llame a su nombre y la saque de ahí.

𝗦[𝗘]𝗢𝗨𝗟𝗘𝗗 | Kim NamjoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora