열셋

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    Gea caminaba tranquilamente por el Hill, sonriendo con el rostro escondido bajo una gorra de béisbol azul, las caderas bamboleándosele faltas de prisa, suaves pasos, la ropa larga y ceñida a su figura en colores fríos, pasando por la inconfundible intersección que dividía los caminos de su casa con la de Namjoon. El cielo estaba despejado y el frío era soportable, la brisa no era martirizante y ciertamente, a Gea le había empezado a gustar su lugar de residencia desde hacía un tiempo.
Las sonrisas eran abundantes, la comodidad les envuelve y está experimentando una preciosa calma entre los muros que alguna vez maldijo durante decenas de madrugadas.
Le sonríe de forma cálida a sus hermanos, quienes nunca se negarían en acompañarla a andar por ahí, los tres encajaban placenteramente, los temas de conversación iban desde los más serios a los más carentes de sentido, la relación de los tres hijos de la familia Saavedra era algo inquebrantable.
A un ritmo tranquilo, de familiaridad, en su pequeño lugar en Corea del Sur, amparados por la estricta seguridad de Hannam The Hill, libres de mayores preocupaciones más que la de ponerse al día tras periodos pesados en la YISS que les impedían convivir a como realmente acostumbraban.
Los tres hermanos llegaron con los corazones partidos a Asia, devastados y asustados hasta el centro de su ser, sin embargo, entre ellos se las habían apañado para hacer del proceso lo más llevadero posible. Estaban lográndolo.
    La misma familia tuvo que volver a unirse aún estando todos en la misma casa, y esa era una tarea casi concretada.
La castaña oscura suelta una carcajada al escuchar a Lucas decir una de sus tantas ocurrencias. Samuel tomaba la mano de Gea y le sonaba los dedos, ganándose un regaño de parte de la fémina.
Esos eran los hermanos Saavedra, en cualquier parte del mundo.


—Debo admitirlo, es muy linda.

El menor ríe levemente.

—Se llevarían bien con ella.

—¿Es posible que nos la presentes algún día?—las pupilas desaparecen en una sonrisa emocionada.

—Podría ser, a ella no le molestaría en lo absoluto.

—¿Cómo es ella?

—Es muy inteligente,—comienza a explicar—tiene opiniones bien marcadas, es muy carismática. Creo que tiene ese tipo de trato que se adapta a cualquier clase de persona. Cuando está disfrutando de la conversación echa la cabeza hacia atrás. Tiene tres lunares pequeñitos en la sien izquierda. Sospecho que es zurda.

—Debe ser alguien realmente especial, para recibir tanta atención de tu parte.

—Incluso sacrificas horas de sueño por quedarte hablando con ella.

—Definitivamente tienes que presentárnosla.

—Ya ni siquiera pasas en casa por ir a verla—le reprochan.

—Se me ha hecho como una clase de hábito pasar tiempo con ella—admite él tímidamente.

—¿También es un nuevo hábito vigilarla desde el balcón cuando está caminando a casa, Namjoon hyung?

Él ríe nerviosamente, tapándose el rostro con la mano.
    Bangtan Sonyeondan estaba de vuelta en Corea del Sur, y ahora simplemente pasaban el rato en el aclamado condominio en el que vivían, también estaban teniendo problemas con el jet lag.
    Se encontraban en el mismo parque en el que Gea y Namjoon se vieron por primera vez.

—A mi me parece muy bonito cuando estamos en la empresa y nos menciona a cierta hora "Gea en este momento debe estar llegando al condominio".

—A mi me da cringe, realmente.

—Es extraño un poco extraño—opina uno de ellos.

Los varones formados frente a la baranda de seguridad que les protegía de una menuda caída, mirando hacia abajo, sin despegar las pupilas de las tres figuras que iban caminando tranquilamente sin enterarse de que les observaban desde arriba.

𝗦[𝗘]𝗢𝗨𝗟𝗘𝗗 | Kim NamjoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora