마흔 셋

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Samuel daba toquecitos al volante sin despegar los ojos del semáforo en amarillo, recién graduado del colegio en medio de una pandemia, no tenía mucho qué hacer mas que hacerle favores a su mamá y a su hermana menor.

—¿Hasta hoy se ven en todos estos meses?

—A MunSang sí, a BaDa no la veo desde hace más de un mes—respondió Gea contenta.

—¿Y ya saben de tu discreto y poco conocido novio?

La menor entrecerró los ojos.

—Puede salir sin que lo reconozcan.

—No, es que la gente aquí es muy respetuosa y no se atreven a hablarle.

—Tienes voz que juzga.

—Es que no entiendo porqué irte tan a los extremos, de verdad, hasta en el detergente sale ese novio tuyo—le dijo conteniendo la risa.

—A ti qué te importa—se rieron.

—¿Cómo le vas a decir a Sanva?

—Sanva es de aceite—chasqueó la lengua.

—¿Lucas ya sabe?

—No, posiblemente haga drama si le digo.

—Lucas es bueno para el drama—se encogió de hombros—. Tu amigo, el otro de los be-te-ese, ¿al final no te dijo nada sobre jugar tenis los cuatro?

—Me dijo que le avisara cuando fuéramos a jugar.

—Ojalá pueda unírsenos para tener los pares.

Gea le agradeció a Samuel por el favor de llevarla a casa de BaDa, el muchacho aceptó el agradecimiento con desinterés y le dijo que lo llamara para irla a recoger. La castaña bajó del auto y no tuvo que esperar mucho para que la enorme puerta domotizada de la casa se abriese. BaDa le sonrió apenas pudieron verse, y a Gea poco le importó la pandemia o lo odiosa que llegaba a ser la mitad japonesa. Le había echado de menos, no se veían desde inicios de julio, desde Octagon. La abrazó y le acarició la espalda.

—¿Y MunSang?

—Disque cocinando—blanqueó los ojos, ambas entraron a la casa.

Hacía poco había comenzado el curso lectivo en Yongsan International, las clases estaban en modalidad virtual y era incierto hasta cuándo regresarían, por eso mismo Gea, BaDa y MunSang tomaron como excusa el tener que hacer un proyecto juntos para reunirse.

—¿Y estás rasurada?—la interrogó BaDa.

—De hace unos días.

—¿Llevarás condones?

—No hemos ido por ahí todavía, tampoco me urge.

—Puede que ese sea el día para hacerlo.

—¿Cuándo se supone que se empieza a coger con un novio formal?

—¿Menos de dos meses?

—Llevamos tres semanas.

—Yo que tú aflojaba desde el primer momento—opinó BaDa con desinterés.

Gea soltó una risa perezosa.

—¿Ya le contaste a tus hermanos?

—A Samuel.

—Buena decisión—asintió MunSang—¿y a tu mamá, cuándo planeas decírselo?

Se encogió de hombros, comenzando a sentirse incómoda—. No sé, me da cosa.

𝗦[𝗘]𝗢𝗨𝗟𝗘𝗗 | Kim NamjoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora