마흔 다섯

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—...y te haré el amor hasta caer rendido, predicándome a mí mismo que volveremos a encontrarnos hasta la próxima semana, incluso cuando sé que estaré buscándote de nuevo tres días después.

    Gea se apretó el rostro con las manos y lo miró con la vaga esperanza de expresarle todo lo que sentía en ese momento a través de sus pobres ojos occidentales. Namjoon lucía ansioso bajo la luz que se filtraba por el balcón hasta la sala, que formaba un rectángulo en el piso, cayendo en la mesa de madera y la alfombra. Sobre los ojos de su novia el brillo que cualquier edificio emblemático de Seúl envidiaría. La miró unos segundos, sabiendo que estaría intentando maquinar un respuesta similar, sin embargo no creía necesitar nada de eso, porque ella finalmente es suya.
    Gea nunca sería muy hábil con las palabras; Namjoon había nacido con un don para la comunicación. Pensó en cuántas veces más en su vida le tendrá en su sofá, con el rostro conteniendo una mueca de emoción, previo a que se lance a sus brazos y llore, aceptando promesas, tomando bocanadas de valentía para finalmente decirle que luchará por ambos hasta que su espíritu no responda a sus deseos.
    Poco después estaba sentada entre sus piernas, con la espalda pegada al fuerte pecho, donde confundió cuáles eran los latidos de quién. Miró las decoraciones deterioradas de la celebración del cumpleaños de Namjoon, habían venido sus padres de visita y fue algo pequeño y breve.
    El mayor le acarició el pelo con devoción, rodeándole las clavículas con uno de sus brazos, sin temer por que se quedara dormida, estaría satisfecho de verla descansar en su cama. Estaba a salvo con él.

—Gracias por ser mi novia.

    Sollozó.

—Estoy aquí para ti, Gea—se acercó a su oído—. Ahora me tienes a mí, voy a cuidarte tanto como pueda, y todos los días estaré cruzando el límite de cuánto creí que podría amarte.

—Dime que entiendes que hablar no es lo mío—jadeó.

    Él se echó una risita.

—Lo sé, amor. A ti te gusta más encargarte de algunas de mis diligencias, o llenar mi estudio de ramos de flores.

    Pareció avergonzarse con sus palabras.

—Te amo.

—Yo te amo más.

—Pondré alarma para antes de las seis, hoy duermes conmigo.

    Gea asintió, embriagada por el amor.
    Namjoon dio un toquecito a su hombro para que se levantara del sofá, y apenas se puso él de pie la tomó en brazos para llevarla a la habitación.
    Una vez ahí Gea tomó rumbo hacia el baño, mientras se lavaba los dientes vio a Namjoon por el espejo dando vueltas, preparando la cama para dormir, desvistiéndose un poco y poniendo la alarma.
    Quizá fuese ella la encargada de ver a Kim Namjoon acomodar almohadas y apagar difusores aromáticos a la una de la mañana por el resto de su vida. O podría ser que dentro de tres meses Namjoon tuviese que dejar de comprar cepillos de dientes extra y batas de baño en talla pequeña. Gea no pensó en el vacío que la acecharía en caso de perderlo, pensó en que ese hombre era la persona más maravillosa que había conocido en su corta vida, y que sería difícil que le quitasen esa idea de la cabeza, sin importar qué tuviera el futuro para ambos. Le pareció imposible que alguien fuese capaz de irse en contra de ese torpe artista de corazón sensible. Que si el amor tuviese cuerpo y rostro: Kim Namjoon sería un gran candidato para representarlo.
    Escuchó cómo abría cajones y levantaba sábanas, se asomó por la puerta para preguntarle si estaba lista para dormir, a lo que asintió con la boca llena de agua.

—¿Te gusta la habitación así? Tal vez te guste dormir con la cama pegada a la pared, podemos re acomodarla juntos una tarde que tenga libre.

    Los pequeños movimientos que Namjoon se arriesgaba en proponerle a su novia después de días de debate interno. Que su opinión influyera en cada rincón de la casa, porque sueña con que un día le tendrá escogiendo piezas de arte para algo más espacioso, colectivo y a prueba de las dificultades de la vida. Tomaba la iniciativa por hacerle saber que era suyo cada que tenía la oportunidad. Estará satisfecho con cualquier color para las paredes, pues Gea tenía una gracia refinada para lo estético, le daba igual el diseño de un juego de sala o comedor, estaría de acuerdo mientras este le recordara que es su amor quien lo ha escogido.

𝗦[𝗘]𝗢𝗨𝗟𝗘𝗗 | Kim NamjoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora