Extra I

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Cuero y metal.

    Corea del Sur tenía una educación vial agradable, el tráfico era llevadero, no se veían peleas o se escuchaban los cláxones martillar la paciencia de los conductores y pasajeros. Namjoon bailoteaba en el asiento de copiloto, cantando la canción proveniente del radio, su fuerte mano se aferra al muslo de Gea en el piloto, que estaba más que aburrida del quitar-poner-quitar-poner el pie del freno del auto. Salieron de la presa después de unos veinte minutos, y fueron libres de ir a la velocidad que les agradaba, con las ventanas bajas, disfrutando de esa primavera juntos. El pelo de Gea iba ahora a la altura de los hombros, lo tendría horriblemente enredado al bajar del auto, cuando hubiesen llegado a casa, Namjoon andaba el cabello más largo de lo usual, y a pesar de los años no se acostumbraba a que su novia pasara todo el día diciéndole lo guapo que se veía.
    El reflejo del sol cayó sobre sus lentes oscuros, hizo una mueca y miró el perfil sereno de Gea, quien ya estaba harta de manejar.

—He estado pensando mucho en la idea de casarnos estos días.

    Gea lo miró fugazmente, sin ninguna expresión en el rostro.

—Cielo, no creas que estoy asustada de tener esa conversación, es solo que voy manejando, acabamos de estar a punto de morir.

    Namjoon se río como un niño.

—Ah, amor—dijo charlatán, apretó la rodilla pálida de su novia entre sus dedos, para volver a hablar en un tono más serio—: Ya estás cerca de graduarte de la universidad y mi trabajo ya no es tan exigente como antes, me parece que es momento de establecernos.

—Estoy de acuerdo—confesó—, creí que tocarías el tema hasta dentro de unos dos años.

—He estado listo para casarme contigo desde que tengo veintisiete, ya me quedé sin paciencia.

    Se rió tímida—. Yo desde los 18.

    El mayor se rió emocionado, sin dejar de acariciarle la pierna. Había más calma en ese auto que en toda la ciudad, pensaban ellos. La idea del matrimonio era algo que veían venir, algo por lo que la propia Salma Saavedra preguntó un día a Namjoon. Los miembros de Bangtan decían estar hartos de esperar por sobrinos y todo parecía encajar perfectamente para dar inicio a ese nuevo proyecto juntos. Estaban tranquilos, podían discutir sobre eso en la orilla de la carretera, o en unas vacaciones en Suiza, les daba igual, se amaban en todos los rincones del mundo.

—¿Quieres que nos vayamos del Hill? Tal vez podríamos comprar una casa a las afueras.

—No puedo hablar así, detén el auto.

—A tus órdenes—carcajeó.

    La castaña se encogió en el asiento, subiendo los pies después de haberse quitado los zapatos, para girar su cuerpo en dirección a su —presuntamente— prometido, Namjoon se retiró los lentes de sol y se colocó de lado, quedando ambos frente a frente.

—Comienza—dijo ella conteniendo la sonrisa.

    Los ojos de dragón se escondieron sobre su reluciente sonrisa—Mujer, ¿cómo no voy a querer casarme contigo? Si llevas años escuchando mis palabras como si fueran toda la verdad del mundo.

—Para mí lo son.

—Bueno, eso no importa ahora, aquí voy...

𝗦[𝗘]𝗢𝗨𝗟𝗘𝗗 | Kim NamjoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora