열아홉

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    Bloqueó la pantalla del celular y miró nuevamente hacia el televisor, no encontraba nada que ver en Netflix y BaDa contestaba los mensajes cada tres años. Era un viernes considerablemente más tranquilo que el resto. Namjoon estaba ocupado con el tema del comeback, entonces fue un viernes por la noche sin hoyuelos y anillos plateados para la extranjera.
    Gea le había visto temprano esa noche en Music Bank, en el televisor de la terraza y el bar junto a toda su familia, pegando brincos en el sofá, con su papá viéndola con cara de culo. Recibió mofas de sus hermanos durante un buen rato por ello; pero a Gea no podía importarle menos.
    Se dirigió al baño, amarrándose el pelo despreocupadamente y siguiendo por lavarse la cara. Todas las luces de la casa estaban apagadas y la chica calculó que no pasaría mucho rato para que se fuera a dormir también.
    La pijama de algodón le arropaba con suavidad, estaba lista para una tranquila noche en casa. Dormiría temprano, se tragaría las ganas de escribirle en ese momento a Namjoon y esperaría hasta el día siguiente para hacerlo.
    Le había deseado éxitos antes de subir al escenario, estuvieron hablando en el rato con las estilistas y él la había dejado encantada con su entusiasmo por salir a presentarse.
    El amor que Namjoon le tenía al arte no era algo superficial, y eso a Gea le fascinaba.
    Regresó a sus sábanas, esperando por una respuesta de Choi BaDa a la conversación que estaban teniendo.
    Se soltó el cabello y volvió a amarrarlo un par de veces, mirando una serie escasa de trama en el televisor.
    Admite que le hizo falta el moreno de hoyuelos dorados esa noche. También le gustaría ver a los demás, después de la velada anterior confirmó que eran un amor.
    Continuó su noche sin mucho entusiasmo, ahora se hacía pequeñas trencitas con mechones aleatorios de pelo.
    Su teléfono sonó un par de veces y estuvo muy equivocada al creer que se trataba de su amiga mitad japonesa.

    «¿Está despierta?»

    Sonrió levemente al leerlo.
    Contestó con un simple . Y estuvo a punto de preguntarle por cómo estuvo su día de presentaciones y agenda de idol.
    Namjoon se adelantó y de paso le robó el aliento.

    «Vamos a Río Han.»

    Mierda.

    «¿Ya?»

    «Sí, vamos.»
    «VAMOOOSSS».

    Se rió, porque conocía la voz emocionada de Namjoon y pudo escucharla en ese mensaje.
    Sin pensarlo mucho más: aceptó.
    Estaría saliendo del apartamento en camino a su casa.
    Tomó aire, tirándose de la cama, corriendo al closet en busca de algo abrigado. La pijama voló por los aires, casi simultáneamente se aparecía en su camino un juego de sudadera y pantalones grises.
    BaDa contestó mientras la castaña se alistaba y ella abruptamente le dijo de la situación en la que se encontraba.
    La mitad japonesa se tomó la molestia de mandarle una nota de voz de un grito de pánico.
    Haciendo puntillas, sintiendo el frío del suelo colarse por sus medias, bajó hasta la entrada de la casa, abriendo cuidadosamente la puerta. Llevaba los tenis colgando de los dedos, en la otra mano el teléfono, que brillaba en los que asumió serían los mensajes de Namjoon diciéndole que estaba esperándola en la entrada.
    Cerró la puerta de la casa con cuidado, y dio zancadas hasta la enorme puerta del jardín.
    Namjoon vio la pequeña silueta de Gea aparecer entre la pieza de madera color caoba, lucía más que ansiosa bajo esa situación, sus ojos chispeaban algo parecido a la lujuria y supo que una vez que estuvieran fuera del condominio ella se relajaría y tendrían una noche agradable. Él era impulsivo en algunas ocasiones, se dejaba ir por sus deseos de tranquilidad en medio de su caótica vida. Disfrutaba el silencio, el tiempo a solas y a sí mismo hablando sin tapujos.
    Sin embargo la soledad no le apetecía mucho desde que conocía a Gea.
    Se le acercó con una sonrisa mientras la fémina dejaba las Adidas caer sobre los adoquines.
    Al estar lo suficientemente cerca, plantó un húmedo beso en su frente, para después arrodillarse y amarrarle los cordones, sin todavía haberse saludado verbalmente.
    Pasaron la seguridad del Hill, correspondiéndole un saludo educado al guardia. Febrero se volvió tibio ante su cariño y las sonrisas que se intercambiaban.


𝗦[𝗘]𝗢𝗨𝗟𝗘𝗗 | Kim NamjoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora