서른

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Algo estaba sucediendo entre los estudiantes de la Yongsan International. Los de último año andaban más inquietos que de costumbre. Y los estudiantes de junior y sophomore se veían ansiosos, atareados. Gea no supo descifrar bien qué era lo que estaba ocurriendo, lo único que tenía claro en esos momentos era que la gente estaba actuando de forma extraña. Choi BaDa hablaba con sus compañeros en un alargado sillón, parecían estar debatiéndose algo.
Su hermano mayor se acercó a ella en el pasillo.

Mañana no hay clases, mañana no hay clases.

—¿Sabes que es lo que sucede con todo el mundo hoy? Parece que están planeando un atentado—Gea lo miró con una ceja alzada.

—Vamos a ir con el director—le mencionó con una sonrisa.

—¿Para qué?

—Los de último año siempre hacen esto, por lo que me explicaron. Vamos a hablar con el director para que nos deje el estacionamiento hasta tarde.

Ella lo miró confundida.

—¿Y funciona?

Samuel se encogió de hombros, un tanto escéptico—. Dicen que se hace religiosamente cada que suspenden las lecciones.

—¿Cuándo irán a hablar?

—Antes del almuerzo.

La menor asiente con entendimiento.

—¿Son solo ustedes?

Su hermano mayor sacudió la cabeza en respuesta.

—Va el que quiera ir—ladeó la cabeza fugazmente—. Por eso los sophomore y junior andan tan eléctricos.

—¿Los freshmen no asisten?

—Les da miedo—soltó una risita.—Por lo general van los de los últimos tres grados.

—Con razón veo a MunSang caminando por la paredes desde temprano.

—Estará buscando un auto o recogiendo dinero para comprar alcohol.

—¿Has notado el amor que le tiene esta gente al chupe?—le dijo Gea abriendo los ojos.

—¿Verdad que sí? Creí que era cosa mía, se coordinan en minutos y se hacen todos mejores amigos.

—Me encanta.

—¿Crees que me dejen llevar el auto?—su hermano mayor la mira con inseguridad, haciendo una mueca.

—¿Sanva?—habló indignada—. Ama esa cosa más que a nosotros.

—¿No te gustaría, por mera casualidad, mover unas cuantas influencias?—le achinó los ojos con inocencia.—Usar tus superpoderes de única hija mujer, le dices "oye, papá, queremos ir a una fiesta y como la seguridad y la familia son primero, ¿por qué no le prestas el carro a Samuel, tu primogénito, tu orgullo, el más guap..

—Entendí desde tu nombre, no sigas—se carcajeó—. Está bien, tienes razón. Vamos y volvemos juntos. Llámalo ahora, para ver qué hacemos si nos dice que no.

Samuel sonrió.
Sonaron un par de timbrazos, para luego aparecer la estática y la voz de su mamá. El permiso iba primero, y de eso se encargaba la matriarca de la familia Saavedra.

—¿Hola?

—Mami...—empezó Gea en voz dulce.

—Oh no...—exclamó al otro lado de la línea.

—Ma, ma. Hay una fiesta hoy en la escuela, en el estacionamiento, ¿podemos ir?

—¿Quiénes van, estarán los profesores?

𝗦[𝗘]𝗢𝗨𝗟𝗘𝗗 | Kim NamjoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora