마흔 아홉

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    Olió apenas a perfume la habitación, porque Gea se marchó y se llevó el aroma a la planta baja de la casa. Escuchó la voz de Namjoon conversando con su papá y su hermano mayor. Los tres tomaban café negro sin azúcar.

—Buenos días—le dijeron los tres.

    A ella se la quería comer la emoción de ver a su novio convivir con su familia. Los saludó y esperó a que Namjoon terminara la conversación.
    Nunca se imaginó madrugando por una pareja; sin embargo nunca nadie se imagina las actos que cometería por amor hasta que está a la mitad de ellos. Tomó la mano de Namjoon con la otra ocupada por un bolso pequeño. Sintió el sol gentil de las primeras horas del día y lo escuchó hablar con la atención de siempre.
    Al rato fueron celeste y blanco, acompañados de fugaces destellos grisáceos, teñidos de negro a través de las gafas de sol. La agitada respiración de Namjoon a pocos metros de ella, vestido de chandal y color gris. Le encantaría levantar el cuerpo un poco y deleitarse con la imagen moja bragas de su novio ejercitando en medio de un discreto jardín en Hannam The Hill, bajo una mañana soleada en Seúl; no obstante permanece acostada. Estira la mano y alcanza una manzana verde, para llevársela a la boca. Acostada sobre una manta, con ropa cálida para llevar bien el otoño.
    Comprendería ser tratada de loca al decirle a alguien sobre sus mañanas en su nueva vida en Asia.

—¡Que dejes de comer acostada!

    Mierda, que Namjoon con esa voz agitada no eran tema de llevar a la ligera, la chica reprimió una sonrisa.

—Perdón, perdón—dejó el dulce en su lugar y continuó con su apreciación a las nubes.

—Eres una mañosa—se ríe.

—Es una manzana, no una uva.

—Sigue siendo peligroso.

—Qué agradable una persona más a la lista de quienes me regañan por comer en posiciones extrañas.

—Si me hice tu novio para reafirmar mi autoridad y poder regañarte sin remordimientos.

    Gea suelta una carcajada, y junto a ella llegaron unas pequeñas risas de Namjoon.

Bangtan dejó de llenar tu necesidades de líder innato.

—Crecieron demasiado rápido.

    La castaña oscura se reincorporó, cruzó las piernas y buscó el protector solar entre su bolso. Seguía teniendo de ambientación los jadeos de Namjoon y el sonido de su impacto sobre el césped. Llevó la vista al Río Han, que se dejaba apreciar con coquetería ese día, a pesar de la pesada nube de contaminación que cubría la ciudad. Gea miró nuevamente a Namjoon y contuvo el aliento, se dijo a sí misma que prefería mil veces la imagen de su transpirado novio sobre cualquier paisaje.
    Es recurrente, en las relaciones de pareja, amoldar hábitos a lo que sea mejor para ambas partes. En el caso de Namjoon y Gea: estaban las mañanas, él ejercitaba y ella le acompañaba, al concluir desayunaban juntos —para beneficio de la fémina, quien a veces pecaba de saltarse esa comida—, compartían información sobre qué les esperaba esa tarde, tenían contacto físico y visual cargado de amor durante las primeras horas del día. Namjoon le dijo haberse sentido muy motivado y en paz en el trabajo cuando puede pasar tiempo con ella antes de irse. Él la besaba sin rastros de miedo por todo el Hill y ella le correspondía extasiada bajo las nuevas sensaciones que Namjoon le ofrecía.
    Gea era un desencadenante amor diáfano que hacía a Namjoon cuestionarse si sería capaz de poseer tanto siendo simplemente un hombre de 26 años.
    Estaba pasándose las manos por los hombros cuando su novio acabó con la rutina, cayó exhausto a su lado. No le extrañó en lo mínimo que se hubo acostado boca arriba y estuviera recuperando energías con los ojos clavados al cielo despejado. Se dedicó a buscar la botella del moreno entre el resto de objetos sobre la tela. Cuidó su respiración tornándose más tranquila a sus espaldas. Buscó también los cortes de pera que alistó esa misma mañana para él.
    Namjoon se irguió cuando Gea dejó de escucharlo exhalar, quedaron a la par del otro y se miraron con ojos brillantes.
    La carita roja del surcoreano llevaba tiempo siendo una de sus imágenes favoritas. Extenderle la botella y darle los trozos de fruta en la boca no se quedaban atrás en la lista.

𝗦[𝗘]𝗢𝗨𝗟𝗘𝗗 | Kim NamjoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora