마흔 일곱

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—¿Así está bien?—preguntó Namjoon.

Gea se alejó del espejo y lo escaneó con los ojos redondos.

—Sí.

—Qué guapa estás.

Sonrió, flechada.—Gracias.

—Al final escogí la camisa azul.

—Era muy buena opción—comentó ella difuminándose el contorno de la nariz.

—Todavía no decido el reloj—escuchó los cajones de joyería abrirse.

La chica se acercó a su novio, quien miraba concentrado todos los relojes minuciosamente colocados en los cajones. El lugar olía al perfume de Namjoon mezclado con el fijador de maquillaje de Gea. Aquel closet lucía como si llevasen una década de noviazgo y no casi dos meses.
El surcoreano estaba encantado con la idea de tener pertenencias de su novia en su apartamento. Lo estaba aún más con la imagen de Gea en pijama corta de algodón arreglándose para una íntima celebración de cumpleaños.

—Me gusta este—señaló uno de tantos y regresó al espejo a seguir maquillándose.

—No sé ni de qué tengo ganas hoy—exhaló.

—El Patek Philippe también estaba bonito.

—Este está como demasiado formal...—pensó en voz alta.

Gea se detuvo y lo miró, enternecida. Aunque Namjoon con la mitad superior del cuerpo desnuda no era algo que enternecía, se veía guapísimo con los fibrosos brazos tensándose en la inocente indecisión. Con la piel fresca, el pelo húmedo y su Gea revoloteando por el apartamento.

—¿Siempre eres así de complicado?

—Hoy quiero verme bien...

—¿Sin opacar a Jungkook?

—Tal vez hoy quiera opacar a Jungkook.

Ambos rieron.

—¿Qué hora es?

—Las siete, apenas.

—Me emociona mucho ir juntos—confesó con una sonrisa cerrada.

—A mí también.

—Quiero presentarte a mis amigos.

—¿Jungkook no llevará a nadie?

—Todos van solteros.

—Podemos terminar por esta noche—bromeó—, para ir acorde con los demás.

—No, llevo mucho tiempo yendo solo a las fiestas—siguió el juego—. Ya me preguntaron la última vez que para cuándo una novia.

—Y entonces...¿les dirás mi edad en meses, la edad coreana...?—divagó.

Namjoon carcajeó.

—Estoy haciendo lo mejor que puedo para verme vieja—dramatizó ella con una brocha entre los dedos.

—Gracias por tu esfuerzo, amor.

—Todo sea por mi bias wrecker.

Él se volvió a reír, tomó uno de los relojes y se lo colocó. Pudo ver de reojo a su novia desabotonarse la pijama, para retirársela y permitirle una bonita vista de su torso desnudo, después se retiró el short y quedó solamente en calzones. Tomó la pijama y la acomodó sobre un mueble, todo hubiese ido tranquilamente,
se hubiese colocado el vestido para la ocasión, de no ser porque Namjoon la tomó de la cintura y la sentó sobre el mueble donde estaban guardados los relojes.

𝗦[𝗘]𝗢𝗨𝗟𝗘𝗗 | Kim NamjoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora