스물

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Samuel Saavedra se echó sobre la cama una vez concluido su pequeño bailecito.
El domingo era húmedo, había un insoportable bochorno. El hijo mayor y la hija del medio vestían pijamas cortas en domingo, en las últimas horas de la mañana.
Lucas también andaba por ahí sin camisa y no parecía tener ánimos de moverse mucho.

—Mírame qué mono llorando en la limo.

La hermana menor daba vueltas en la silla del escritorio, con ojos chismosos sobre los estantes y sus posesiones. No frecuentaba mucho la habitación de su hermano mayor. Generalmente se reunían en el cuarto de Lucas o en el propio.
Algo captó su atención entre las pertenencias, era de vidrio y de colores.

—Grifo de mierda—escupió—¿Te trajiste las pipas a Corea?—sostiene la pieza entre sus dedos.

A los hermanos Saavedra les encantaba la marihuana.

—María es omnipresente, Gea, es cosa de buscarla, no desampara a sus feligreses.

—¡Yo regalé la mía!

—Serás tonta.

—¿Mamá sabe?

—Mamá me dijo cómo guardarla en la maleta para que no se quebrara durante el viaje.

—Salma me va a escuchar—refunfuñó.

—Era una hermosa pipa—rememora—. Te enamoraste a primera vista de ella.

—Era de cuarzo—lloriqueó.

Recibió una risa burlona como respuesta.
Suspiró frustrada.

—Y bueno, ¿ya conseguiste a alguien?

—Gegi, ¿no has aprendido nada en todos estos años de colegios privados?

—Colegios privados latinoamericanos, Samuel.

—Qué va, es la misma mierda en todo el mundo.

—¿Está muy cara?

—Un poco.

—¿Tienes...—le sonríe inocente.

—En esa cajita de metal—señala perezosamente.

—Todavía estoy resentida—le entrecierra los ojos—. Te salva que no fumo desde Diciembre.

—Eso te pasa por estar siempre fuera de casa, con ese tal Namjoon.

Rió culpable.
Tomó la cajita plateada del estante y regresó al escritorio.

—¿Lo conoces?

—¿A quién, al tal Namjoon?

—Ajá.

—Es el líder de BTS.

Gea acercó la nariz al contenido de la caja e inhaló profundamente.

—¿Buena, verdad?

—Sé que no compras cochinadas.

Asintió con una sonrisa orgullosa. Acostado mirando el techo con las manos detrás de la cabeza.
La habitación era tan colorida como la propia personalidad de Samuel Saavedra.

—¿Qué tal ese Namjoon?

—Son realmente humildes, también son muy amables.

—No me digas que ya los conoces a todos.

Gea sonrió culpable.

—¿Qué haremos con Gegi, Dios?—carcajeó—. Al inicio no querías ni salir de tu cuarto y ahora andas por todo Seúl conviviendo con estrellas pop.

𝗦[𝗘]𝗢𝗨𝗟𝗘𝗗 | Kim NamjoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora