마흔 여덟

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    La muchacha echó un suspiro y se abrazó a sí misma sintiendo el frío azotarle la poca piel desnuda, maldijo internamente por no haber traído sombrilla ese día. Sin embargo su entusiasmo siguió intacto al recordar que Namjoon estaba esperándola fuera de la institución, en un auto negro a una orilla de la autopista.

—Gea-yah—la llamó HaSup—. ¿Samuel hyung viene por ti?

    El pelinegro la miró curioso, sosteniendo una sombrilla negra sobre su cabeza, a punto de salir de la zona techada y emprender su camino a casa. Tenía algunos cabellos saliendósele del moño mal hecho, se había dejado crecer el pelo durante el aislamiento y había ejercitado. Un sueño de estudiante de último año. Que adoraba a su ex-algo y con quien mantenía una relación amistosa.

    Ella negó apenada.—Me están esperando afuera.

—No trajiste sombrilla—asumió.

    La chica hizo una mueca y asintió.

—Vamos—le ordenó, ladeando la cabeza despreocupado—. No te vayas a resfriar.

—Gracias—le dijo acercándose a él y resguardándose bajo la tela negra impermeable.

    Caminaron tranquilos los aproximadamente cien metros que había desde la puerta de la institución hasta el portón que daba a la carretera. Gea buscó con sus ojos oscuros el ya familiar auto que siempre movilizaba a Namjoon por la ciudad.

—¿Cuál es tu plan b entonces?

—Quedarme—respondió sin muchos ánimos.—¿Qué es lo que hará Samuel hyung?

—No quiere desistir en ir a Brown, entonces esperará un año.

—Quiero hacer eso también, pero no sé si mi mamá me vaya a dejar tener un año sabático.

—¿Se lo has mencionado?

—Aún puede que sea muy pronto, ¿debería hacerlo ya?

—Cuando te des cuenta estarás recibiendo el título—le advirtió con cariño—. Es mejor decírselo ya por si acaso.

—Sí—divagó.

—No ha pagado un colegio internacional solo porque sí—argumentó—. Todos aquí quieren irse a estudiar fuera, hasta los padres lo han dicho.

—Tienes razón, espero no se moleste. De verdad quiero irme. Tienes razón con eso del colegio, por eso nos matriculan aquí desde un principio—se encogió de hombros.

—Verás que no, mi suegra es comprensiva.

    Ambos rieron. Gea divisó el auto que la esperaba.

—Llegaron por mí—anunció, HaSup entornó la vista al vehículo y frunció los labios. Sintió curiosidad, mas no preguntó nada.

—Aquí te dejo, entonces...

    El surcoreano la miraba con curiosidad, de conocerla un poquito mejor: podría asegurar que estaba colada por alguien, sin embargo no quiso asumir nada. El rostro maquillado de la chica avivó sus sospechas, quizás fuese a una cita.

—Sí, gracias por el viaje, cariño—se rió bajito—. Suerte con lo de tu mamá.

—No fue nada, preciosa—la abrazó despreocupadamente y le besó la frente—. Nos vemos.

—¡Adiós, avísame cuando llegues a casa!—y comenzó a trotar hasta el auto. Mojándose el uniforme, el pelo y los zapatos.

    Entró pasando desapercibida entre los niños ricos que reconocerían a su novio en cuestión de segundos, no se preocupó por disimular su felicidad al abrir la puerta del auto y ser encandilada por la belleza de su novio. Mientras se colocaba el cinturón saludó primero cordialmente al chofer, que era uno de los pocos cómplices que tenían en la relación.

𝗦[𝗘]𝗢𝗨𝗟𝗘𝗗 | Kim NamjoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora