열다섯

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    Bien recibida por la brisa fría de Seúl que circulaba por el condominio, iba Gea Saavedra, libre de preocupaciones o pendientes, era un día entre semana, temprano, pero ella en algunos momentos era extremadamente aleatoria, sin pensarlo mucho se calzó con unas Converse y salió en búsqueda de un lugar bonito para ver la joven noche concurrir, sin la mayor expectativa o deseo, solo lo hizo, como otras miles de cosas a lo largo de su corta vida.
    Poco después de ignorar el camino que la guiaría al edificio en el que residía Namjoon, se encontró con su legítimo amigo y estrella musical caminando a paso apresurado en dirección a su respectiva residencia, lucía agitado con la boca entre abierta, llevaba ropa holgada de cuadros, como de costumbre.
Se topó con los ojos curiosos de la muchacha cuando la tuvo lo suficientemente cerca, al percatarse de su presencia se acercó a ella, le sonrió rápidamente y se detuvo.

—Gea-ssi, qué sorpresa.

—Hola—contesta sin más, un tanto perpleja.

—¿Va a algún lado?

—Ninguno en especial—confiesa encogiéndose de hombros.

—¿No le molestaría hacer lo de siempre?

—En lo absoluto—accede gentil.

    Una media hora atrás, Namjoon caminaba tranquilamente por el Hill, le fue interrumpido por una llamada de sus compañeros de grupos, que preguntaban por él. Tenía una llamada importante agendada para las ocho con su superior, tal vez lo olvidó desde que salió de casa, o perdió la noción del tiempo en su caminata nocturna.
    Era temprano, después de atender ese pequeño compromiso la noche le quedaba libre y haberse topado con Gea en la misma fachada de no-tengo-nada-que-hacer de siempre fue como un repentino antojo, lo suficiente para saber qué quería hacer una vez la llamada con su jefe haya finalizado. El estrés por llegar pronto a casa era tan grande como sus ganas de tomarle la mano a Gea y pasear junto a ella por ahí, tranquilos y felices.

—Tengo algo que hacer—comienza él—pero después de eso estoy libre, ¿podría por favor...

    La castaña oscura le miraba sin entender nada. Namjoon se estaba sintiendo un completo imbécil al hablar atropelladamente y no lograr explicarle nada con claridad. La extranjera casi nunca llevaba su teléfono en esas ocasiones de aislamiento leve, no quiere simplemente pedirle que la espere en alguna banquita bajo la noche en solitario, pero sobre todas las cosas, no quiere dejarla ir.

—¿A dónde irá esta noche?

—¿Qué?

    Namjoon, ya harto de sí mismo, sacude la cabeza y le dice en un tono más cercano a lo monótono—Acompáñeme, por favor.

    Ella arquea una ceja, todavía un tanto extraviada gracias a su comportamiento, era la primera ocasión en la que le veía en ese estado anímico, dentro de sí ha estado burlándose de él, sin embargo la curiosidad es más grande aún. La menor no hace más que mirarle fijamente y extenderle la mano.
    El surcoreano muestra un ápice de sorpresa al verla ofrecerle su palma y dedos sin mayor preocupación, pero esa no sería una noche de dejar oportunidades pasar. Le corresponde, tomándola firmemente, cuidando la fuerza y disfrutando el contraste de temperaturas, pues la piel les hierve, pero los anillos que llevaban ambos de conservan fríos y ocasionaban un tímido tintineo al chocar.
    De la mano, la guía a paso un tanto apresurado por ese camino que ella unos segundos atrás miró solamente de reojo, Gea comenzaba a entender al verle dirigirse por esa ruta.

—Tengo un asunto que atender—dice ya con más calma—es algo rápido. Después de eso podremos hacer lo de siempre tranquilamente.

—Okay—le contesta ella con simpleza, seguidamente suelta una risita, el rostro de Namjoon apresurado era una de las nuevas cosas tontas que le provocaban gracia.

𝗦[𝗘]𝗢𝗨𝗟𝗘𝗗 | Kim NamjoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora