6.

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Eileen tomó asiento mientras su amiga Anabelle iba en búsqueda de su padre, realmente esperaba obtener el empleo, si bien hasta ahora había sido bien atendida en la casa tus padres, odiaba el ver la tristeza en los ojos de su hijo, Severus la pasaba muchas horas solo en aquella habitación. —Buenas tardes...—la pelinegra se puso de pie al ver a su amiga regresar acompañada por el mayor.

—Papá, es Eileen ¿La recuerdas? Es la hija del señor Prince, esta buscando empleo y recordé que necesitas una secretaria y bueno...—Anabelle tomó asiento. —¿Podrías darle el puesto? ¿Sí? ¿Por fis?

—¿Tiene experiencia? —El padre de Anabelle era igual de rubio que ella. —¿Tiene hijos? —Cuestionó, Tarek sabía bien cuál era el pasado de la chica pelinegra.

Eileen se atragantó por aquella ultima pregunta, no entendió el porque le preguntaba aquello, abrió la boca para responder, pero Anabelle se adelantó.

—No tiene experiencia, pero yo puedo explicarle. —Se apresuró a decir la rubia. —Y no, Merlín, no, no tiene hijos papá, así que no habrá problemas con el tiempo. —Exclamó gustosa y decidida a convencer a su padre.

—¿Tiempo? —repitió Eileen algo nerviosa.

Anabelle suspiró. —Mi papá tiene su propio despachó de abogados y muchas veces tiene que viajar por semanas o meses, su ultima secretaría renunció porqué su marido no le gustaba que se ausentara tanto tiempo. —La rubia dejo salir una pequeña risa. —Tenían hijos... pero tú no tienes así que no hay problema.

Eileen tragó ruidoso ¡No quería un empleo así! No quería dejar solo a su hijo por tanto tiempo. —Bueno... no sé, acabó de regresar y...

—Eileen amiga, no lo pienses tanto. Además, el sueldo es buenísimo, 1.200 Galeones mensuales ¡Con eso podrías mudarte de la casa de tus padres y vivir la vida! —Le animó su amiga. —¡Podríamos irnos a vivir juntas! Siempre he querido algo parecido.

El hombre observó a la pelinegra. —¿Y bien? —Preguntó.

—Eileen acepta, papá. —Anabelle respondió por su amiga. —Mira, vamos. —Exclamó haciendo que se pusiera de pie. —Te explicaré que tienes que hacer, es muy fácil. Estuve ayudado a papá las últimas semanas así que no hay problema.

Eileen asintió levemente, podía sacrificar algo de su tiempo con Sev y luego con ese dinero, irse de la casa de sus padres y vivir con su hijo sin problemas ni reglas.

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Desmond se detuvo levemente al observar la habitación en la que dormía el hijo de Eileen, aún no había visto a el niño, aunque su esposa se había encargado de describirlo. Escuchó la voz de Elena dentro de la habitación.

—¿Quieres que te preparé algo especial, cariño?

—¿Mi mamá aún no ha llegado? —La voz del niño parecía ansiosa. —Dijo que vendría antes del almuerzo, pero... ya la cena pasó. —La tristeza fue notoria para Desmond.

—Cariño, yo... seguramente ya debe de estar en camino ¿Sí? ¿Te gusto la comida? —Elena pareció preguntarle al pequeño mas no escuchó la respuesta. —Perfecto, ¿Quieres que me quede contigo hasta que Eileen regresé?

—Yo... puedo esperarla solo.

Desmond escuchó a su esposa suspirar, la puerta se abrió y se apartó para no ver al interior, Elena salió. —No te quedes despierto hasta tarde ¿Sí? Dulces sueños. —la puerta fue cerrada.

Elena observó a Desmond y este a su mujer, la cual no se veía muy feliz. —¿A dónde vas? —Le preguntó.

—A la biblioteca por unos documentos ¿Y tu? ¿Qué le sucede al mocoso? ¿Extraña a Eileen? —La burla de Desmond pareció molestar a su esposa.

El futuro en el pasado I - IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora