7.

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Elena se mordió los labios con fuerza al salir con la comida casi intacta de la habitación de Severus, ya había pasado casi tres semanas desde que Eileen se había ido de viaje por motivos de trabajo, si bien su hija le había asegurado que solo serian dos semanas, el tiempo ya había pasado y la próxima semana ya se cumpliría un mes completo.

Había sido difícil explicarle a Severus el que Eileen se ausentaría, su hija y ella habían tratado de explicárselo de la mejor forma al niño y si bien Severus había aceptado el hecho que su madre se ausentaría por muchos días, el encierro y la soledad que este sentía, ya habían comenzado a dar resultados desagradables, si bien hace una semana un medimago privado había revisado a Severus informándole que su peso y salud eran los adecuados, los últimos tres días el niño había perdido por completo el apetito y hacerle probar un bocado era una ardua tarea.

Elena bajó hasta la cocina, dejo los platos en el Mesón para que los elfos se hicieran cargó de lavarlos y subió nuevamente a la habitación del pequeño, cuando entró, lo descubrió llorando, Severus limpio sus lagrimas rápidamente.

—Cariño...—Elena sintió sus ojos humedecerse. —Se que extrañas mucho a Eileen, es normal, pero, mira... me tienes a mí, se que bueno, no me quieres tanto como te quiero yo, pero no importa, yo me quedaré aquí acompañándote.

Severus observó a la mujer pelinegra, ciertamente su madre se parecía a ella.

—Quiero estar solo...—Sus ojos estaban enrojecidos, Severus no sabía cómo sentirse, estar en el cuerpo de un niño le estaba volviendo demasiado sensible, estaba llorando por algo que el comprendía, pero no podía evitarlo ¡Se sentía jodidamente solo! ¡Quería a su mamá allí con él! ¡No quería seguir en este lugar sin ella! Se supone que aquella vida su madre y él la disfrutarían.

Elena limpió una nueva tanda de lagrimas del rostro del pequeño. —No llores, amor. —Murmuró, le abrazó haciendo que se acurrucara en su pecho hasta que una idea se le ocurrió. —¡Ya sé! —Exclamó. —¿Qué tal si damos una vuelta en el jardín? Un poco de aire te vendrá bien.

—Mi mamá dijo que no saliera...—Severus se recostó en su cama en posición fetal. —Quiero a mi mamá...—Murmuró, se sentía débil.

Elena respiró profundo, hizo al niño bajar de la cama y busco unas pantuflas, Severus tenía un pijama con escobas estampadas.

—Vamos al jardín. —Abrió la puerta y lo sacó, aprovecharía que Desmond no estaba en casa para sacar a Severus de esas cuatro paredes, el niño necesitaba un cambio con urgencia. —Hoy me quedaré de nuevo a dormir contigo ¿Si cariño?

Severus sintió sus piernas temblar al ver las escaleras, sentía que no tenia fuerzas para bajarlas, pero no quedaba de otra, bajo los escalones con cuidado y extrañamente al llegar al pie de estas sintió cómo si el aire le faltara. Respiró profundo varias veces, la mujer le observó con leve preocupación.

—¿Te duele algo cariño? ¿Estás bien? — preguntó mientras tocaba su frente, la piel de Severus estaba fría. —Cariño...

Severus pareció tener el control de la situación nuevamente en sus manos, no entendía la razón de aquellas sensaciones. —Quiero ir a mi habitación...

Elena negó, a pasos lentos y sin apuró aparente llevó al pequeño niño al jardín y le hizo sentar sobre el césped, ella tomo asiento junto a él. —ah... nada cómo el aire puro y un poquito de sol ¿No es así, cariño?

Severus se recostó en el pasto, Elena le acarició el cabello, el cual había crecido un poco. —Mi mamá. —Repitió cerrando los ojos, el sentir el sol sobre su cuerpo le brindó cierta satisfacción, el olor de las plantas, el del césped, el aire acariciándole, y con todo esto acabo durmiéndose en minutos, no era solo por el ambiente, también era por no haberlo hecho correctamente las ultimas noches, las caricias de su abuela le habían relajado, pero la tristeza seguía ahí, aun en sueños.

El futuro en el pasado I - IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora