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James se quedó observando el lugar por el que Mulciber emprendió huida rápidamente, sujetándose su muñeca y quejándose de dolor, quizás estuviera imaginando cosas, pero esta seguro que el dolor no era provocado por los golpes que le había dado... espera, ni que le importará, por él podía morirse lenta y dolorosamente por una maldición que no lo dejará como culpable para poder estar tranquilo con Severus.

De repente, James dio un pequeño saltó al recordar algo: ¡Severus! Estaba sólo esperando al cretino.

Se apresuro a lavarse las heridas que tenía, intentando disimularlas, lo cual era casi un intento infructuoso e ingenuo. Se acomodó lo mejor que pudo revisando que la cajita que quería obsequiarle a Severus siguiera en su bolsillo, reparo sus lentes y emprendió camino rápidamente al salón.

Por suerte, no tardó mucho en encontrar a Severus, ya que s encontraba allí, tan hermoso que brillaba ante sus ojos, jugueteaba con su cabello alejándose de la multitud torpemente quedándose al lado de la mesa de bebidas. Le fue imposible no acercarse rápidamente con su cara de tonto enamorado lo que hizo que el pelinegro lo notará enseguida.

—H-hola—Saludo el Prince, sus mejillas rojas solo por tener a James a su lado. Había deseado verlo desde que el baile inicio pero, Mulciber había deseado tener algo más de privacidad y no es como si él pudiera hacer mucho para negarse.

[Alguien sáqueme los ojos, por favor, no soportó que nos mire así]

Severus gruñó internamente intentando callar la voz molesta, por unos minutos se quedó allí parado escuchando a James balbucear un hola y luego palabras inteligibles que repitió varias veces en forma de murmullos, pero sin lograr decirlo bien, podía verse, sentirse, escucharse y casi olerse lo nervioso que estaba.

—¿El cerebro se te hizo más pequeño que ya ni puedes hablar, cerdo?—ese comentario fue más mordaz y grosero que los que utilizaba para bromear, y Severus casi pudo jurar que, por un segundo, la voz de su cabeza había usado su boca para decir eso.

—¿Ah?—Preguntó con total confusión, sacudió varias veces su cabeza y como si ese comentario le hubiera dado la valentía que necesitaba.—¿P-podemos dar un paseo por el jardín?—pregunto con torpeza, sus mejillas en el rojo más intenso.

Severus se tomo un momento para considerarlo, miró de un lado a otro esperando ver a Mulciber, pero allí no estaba, así que en una respuesta muda solo le tendió su mano y se dejó arrastrar a través del rio de cabezas directo al jardín.

Ambos parecían un par de idiotas enamorados que solo permanecieron caminado despacio sin soltarse de las manos, lo que provocaba un calor que parecía llegar hasta sus corazones que latían tan rápido diciendo más que todos los balbuceos que pudieran salir de sus bocas. Sin darse cuenta estaban llegando al lugar más apartado, ya no se veía ni una sola pareja a su alrededor y entonces fue a la luz de la luna que Severus se dio cuenta...

—¿Qué te paso en la nariz?—preguntó preocupado parándose en frente de James.

—N-nada—respondió nervioso sin saber que excusa dar. No quería que Severus se centrará del altercado que Mulciber y él había tenido.

—¡¿Como que nada? mira como esta de morada!—dijo más alterado acercándose más al contrario para verlo bien.—¿Duele mucho?

James no pudo evitarlo, su cerebro debería estar alterado buscando que responder, pero en cambio sólo podía pensar en lo cerca que estaban sus labios y como deseaba besarlos, probarlos sonaba tan tentador, era la único que deseaba, era lo que había visto en la bola de cristal en la clase de adivinación, su cerebro se desconecto de todo, ya no mandaba señales de nada así que sin darse cuenta lo hizo, al principio Severus permanecía en estado de shock, hasta que sin poder evitarlo, le correspondió, fue un beso suave, sus cuerpos se abrazaron y se quedaron allí, sólo sus bocas se tocaban, pero no necesitaban de más.

Cuando se separaron ambos estaban con las mejillas rojas y no sabían que decir, apenas si entendían lo que habían hecho. James se apresuró a sacar la cajita que estaba cuidando con tanto recelo, la dejo en las manos de Severus, era un acto imprudente pero necesitaba hacerlo.

—Te estaré esperando siempre—Dijo antes de salir corriendo totalmente avergonzado sin saber que más hacer que escapar.

Severus se quedo mirando en la dirección por la que el chico se había ido por varios minutos, hasta que regreso su atención a la cajita en sus manos, la abrió con cuidado y casi de inmediato sus ojos se llenaron de lágrimas, aquel anillo....


...

Habían pasado tres días, Mulciber los últimos días había estado tan ocupado que poco era lo que podían hablar, no le afectaba mucho eso pero era evidente el hecho que el de cabellos blancos se veía cansado y muy estresado, sin mencionar el hecho de que su cara tenía heridas y moretones y no le daba respuesta cuando preguntaba por ello, pero solo era cosa de sumar uno más uno, después de todo James también tenía moretones.

Ambos habían peleados seguramente aquella noche de Halloween. Pero, el hecho de que Mulciber no estuviera con el todo el tiempo, también le daba más tiempo para pasar una cantidad de tiempo innecesaria observando el anillo que hace años se le había sido dado y ahora de nuevo estaba en sus manos, deseaba tanto usarlo, pero... no podía.

No quería que Mulciber lo descubriera e hiciera preguntas. No quería regresar a casa. Además que James y él, no habían logrado hablar muy bien, el de lentes ser ocupaba rápidamente en sus entrenamiento para el equipo de Quiddicth y, bueno..

[¿Y si mejor lo arrojamos al mar?]

La voz de su cabeza se había encargado de dar comentarios así todo el tiempo y cada vez se hacía más difícil ignorarla.

—Príncipe- Mulciber le llamó apareciendo de la nada, lo que lo hizo sobresaltarse. Estaba solo en la habitación que compartía con Lucius, su amigo No estaba allí, y ni siquiera había notado el momento en que Mulciber había abierto la puerta de la habitación.

—¿Sí?—pregunto escondiendo rápidamente el anillo, sorprendentemente el contrario no lo notó, pero se debía a que estaba mirando a todos, alerta que no hubiera nadie en el largo pasillo de las habitaciones en Slytherin.

Sólo faltaba media hora para que iniciará el toque de queda. Mulciber se acercó al chico y tomó asiento aun lado de él.—Tengo algo importante que hacer y necesito tu ayuda ¿me acompañas?— preguntó cortésmente. Tomando su mano y besándola.

Severus se removió algo nervioso.—¿Qué cosa importante necesitas hacer a esta hora?—Preguntó, no por su curiosidad si no por al de voz.

El peliblanco suspiró, odiaba inmiscuir a Severus en los asuntos del lord. Pero estaba estresado, el lord, su padre, la escuela. No podía disfrutar el tiempo que siempre deseo tener con Severus a solas.—Buscaré algo importante que quiere el Lord.

[Oh, mierda, no]

Severus se acomodó un mechón de cabello tras la oreja. Sabía a lo que se refería, la voz le habia hablado de eso, y el se había negado a buscar el horcrux que estaba en el salón de menesteres.—Esta bien.

Mulciber sonrió y ya sin aguantar, beso los labios de su prometido.—Te quiero ¿Lo sabes, verdad?

Severus asintió, algo de culpa sintió al estar junto a él, Mulciber necesitaba a alguien que le quisiera de la misma forma pero, no podía solucionar nada. No es como si tuviera el poder de deshacerse el compromiso, no quería poner el riesgo la vida de su padre.

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UFF NO mames, gracias Juliana por literal escribir el cap ❤❤❤❤😍

Bien, ya en el próximo capítulo saltaremos a 5 año, con unas cuantas sorpresas. 6u6

Nos leemos

¡Bye!


El futuro en el pasado I - IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora