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A pesar de sus inutiles intentos, Mulciber observo a los muggles tratar de huir de aquel acto tan deshonro por parte de la “causa”, el mago se sintio un tanto asqueado del tener que participar en tal acción. Aparto la vista cuando observo a uno de sus compañeros tortura a una mujer.

El albino, se adentro en lo que parecía ser una pequeña cabaña, su estomago se retorcia con algo de violencia, lo que estaba aumentando sus enormes ganas de vomitar. Un pequeño sollozo llamo su atención, el mortifago se acerco a lo que parecía ser un diminuto closet, la puerta esta levemente abierta, asi que con su pie no fue difícil abrirla en su totalidad.

Los ojos negros de una niña le observaron fijamente, su piel era tan palida como la de su prometido, incluso su cabello era una fotocopia de Severus. Mulciber le hizo un gesto con la mano para guardara silencio, y observo como la niña, aun aterrorizada asentia.

—¿No nada aquí? —Una voz al pie de la puerta hizo que su corazón se acelerara por suerte, el joven logro controlar la situación, cerrando nuevamente con su pie la pequeña puerta que mantenía a la niña muggle oculta.

A pesar de que el rostro de su padre se hallaba oculto tras aquella mascara, el joven se pregunto si realmente su padre creía que, seguir a Voldemort tenia algun sentido.

—Nada—Susurro saliendo—¿Ya termino todo?

—Si—El mayor observo el enorme desastre causado por sus compañeros—Es hora de regresar ¿Quieres ir a casa?

Mulciber negó, no quería estar en aquella enorme mansión sin compañia—Ire a donde los Prince, me gustaría pasar algunos días junto a Sev. Ya sabes, mama nunca esta en casa y no quiero estar tanto tiempo solo, podría enloquecer.

El hombre mayor asintió.

Los mortifagos poco a poco se fueron retirando hasta que finalmente lo único que quedo y aviso a los aurores de la pequeña masacre fue aquella enorme marca tenebrosa de color verde en el oscuro cielo.

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Desmond tomo asiento luego de aquella horrorosa noche, el gesto perturbado en el rostro del joven Mulciber le hizo suspirar. Elena apareció un tanto desarreglada por su llegada tardía, ya eran pasada la una de la mañana.

—Bienvenidos—Murmuro la mujer acercándose a ambos—¿Es tan heridos?

Desmond negó sin querer hablar del asunto—No, subamos, necesito un baño y luego una poción para dormir.

Elena asintió, comprendiendo que su esposo no estaba del mejor animo—Ya sabes donde esta tu habitación—Le recordó al chico—Si necesitas algo, ya sabes que puedes llamar a los elfos.

Mulciber asintió, la pareja le deseo las buenas noches y, le dejo solo en el pequeño pero cómodo asiento del recibidor. El albino soltó un largo suspiro, su mente trabajaba con insistencia, preguntándose si estaba haciendo lo correcto ¿Realmente esa era la vida que quería? ¿Esa era la vida que le podía ofrecer a Severus?

­Las respuestas comenzaron a juntarse, pero Mulciber decidió que podía pensarlo en otro momento, se sentía agotado, no solo física si no, mentalmente. Subió las escaleras hasta el segundo piso y, recorrió el pequeño pasillo hasta donde se hallaba la habitación que la señora Prince había preparado para el.

Al entrar, encontró todo como la ultima vez que había estado allí. Quito sus ropas y, fue directamente al baño, entro a la ducha y, dejo caer el agua fría sobre sus hombros, buscando de esa forma, calmarse, relajarse y lograr concentrarse a la hora de cerrar sus ojos y descansar.

El futuro en el pasado I - IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora