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Elena observó con cierto nerviosismo a Desmond luego que Severus, anunciara que aquel día saldría con Eileen. La mujer mayor había tratado de crear excusas, incluso absurdas para evitar que su hijo acudiera a aquel encuentro, pero al parecer había llegado el momento inevitable de que este se enterara de la verdad.

—Tenemos que hacer algo, Desmond—La voz de Elena era una súplica llena de angustia—Acabo de regresar de la habitación de Severus y él ya está listo. Tú me prometiste que esto jamás ocurriría.

Desmond peinó sus cabellos hacia atrás. Había tratado de llegar a algún acuerdo con Eileen, lastimosamente su hija no iba a dar su brazo a torcer y, de alguna forma admiraba su tenacidad y la capacidad que había tenido para aguantar todos estos años, a pesar de que el plazo del acuerdo que habían firmado hubiera caducado.

—Ya no hay nada que hacer—Murmuró el hombre, mordiéndose los labios con algo de fuerza—Nuestro destino está en sus manos.

—¡Prohibirle que le diga la verdad a Severus! ¡Ella solo quiere arrebatarnos a nuestro hijo! —El disgusto ahora era notorio—Tienes que evitar que suceda. Si Severus se entera que... nosotros hicimos la adopción sin consultar a Eileen, él nos odiara y yo... No podría vivir con el desprecio de mi bebé.

Desmond se colocó de pie al escuchar el primer sollozo de su esposa, salió de la habitación acercándose a la que Severus dormía. Al entrar le vio colocar un grueso abrigo que le ayudaría a evitar el frío.

Severus sonrió al ver al joven Prince—¿Sabes qué le sucede a mamá? —preguntó Slytherin. Obviamente, era una mentira, Severus recordaba casi todo lo sucedido a excepción del momento en que sus recuerdos fueron borrados. Aún no sabía que haría exactamente cuando su madre le contara la verdad ¿Confrontar a sus abuelos en un impecable papel de víctima? ¿O simplemente fingir que no le creía?

—Ya sabes lo paranoica que es—El patriarca Prince mantuvo su actuación impecable, sin llegar a demostrar sus miedos—¿A dónde irán?

—Creo que iremos a Hogsmeade—Comentó, el joven se colocó un gorro—Dijo que tiene algo importante que decirme ¿Sabes lo es, papá?

El hombre negó, acomodó el gorro de su hijo y le ayudó a colocar su bufanda—No, no lo sé, esperemos que no sean malas noticias—Susurro, tratando de que aquello sonara como una broma—Te quiero ¿Lo sabes, verdad?

Los labios de Severus temblaron. Sabía que el viejo era sincero y, aunque debía odiarlo por haberlo separado de su madre, no podía. Era una tarea difícil para él. Si bien, no había tenido el control de sus pensamientos y cuerpo los últimos años, siempre fue consciente que los Prince eran demasiado buenos con él, los padres ideales que en algún punto de su otra vida le hubiera gustado tener—Yo también te quiero, papá.

Desmond, le abrazo y beso su mejilla—Ve a divertirte.

El joven asintió, se despidió de su padre y recorrió el pasillo para bajar las escaleras e ir directamente a la chimenea para viajar mediante esta al lugar en el que vivía Eileen Prince.

Cuando llegó, el rostro fruncido por la molestia de Tarek le recibió. Severus hizo una especie de asentimiento como saludo.

—He... buenos días, señor—Saludó. Severus sabía que ese tipo lo detestaba—¿Mi hermana?

—¿La vez acaso a mi lado? —Preguntó con brusquedad—Le avisaré que estás aquí.

—No es necesario—Eileen apareció sonriente, vestía de color grises y una bufanda de color verde oscuro ocultaba parte de su rostro—Los niños siguen dormidos, cariño. Así que puedes trabajar sin preocupaciones.

El futuro en el pasado I - IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora