Sospechas

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Termino de guardar mis cosas en el bolso. Cojo mi móvil, suspiro aliviada, voy bien.

Salgo de mi habitación en dirección a la cocina para tomar desayuno. Antes de llegar a este, saco la toalla que envolvía mi pelo mojado y la llevo a la terraza que se encuentra de paso. Cuando vuelvo a ingresar, una Lucinda somnolienta aparece frente a mí.

—¡Ah! —me golpea.

—Auch —me quejo.

—¡Me asustaste! —dice en su defensa.— Pensé que alguien se había metido al departamento.

—¿Quién se metería por la terreza?

—No lo sé —bosteza.— Apareciste de la nada, fue lo primero que pensé y ya.

—¿Vas a desayunar? —pregunto dejando el tema a un lado.

—Sí. Iba a preparar yo, tú lo has hecho ayer.

—Bueno —sonrio.

Me abro paso hacia las sillas que dan al mesón de la cocina. Lucinda por su parte, coje lo necesario para lo que sea que va a prepar, y se pone frente a mí.

—¿Cuándo se van? —pregunta refiriendose a mi escape con Tom.

—Hoy a la noche —respondo.

—¿Con eso podrás disfrutar? —pregunta por mi bota.— Ya has tenido un incidente con ella —sonrojo al recordarlo.

Antes de ayer, cuando fuí a dejarle el comprobante de reserva a Tom me subí a su regazo y con esta pesada bota golpee la cerveza que mi novio había dejado en el suelo, al intentar arreglar la situación terminé aplastando el pie de Tom con la misma. Puse fin a todo momento romántico o candente antes de profundizarlo.

—No volveré a ser tan torpe, tengo que disfrutar sin que termine Tom con una de estas también —Lucy rie.— A la vuelta Sam me acompañará a quitarmela —comento. La risa de Lucinda cesa.

—Cierto —murmura.— ¿Quieres ir por mi móvil a mi habitación?

La observo extrañada.

—¿Mencioné algo que no debía?

—No, no —responde nerviosa. Deja caer un poco de leche.

—Lucinda.

—¿Puedes porfavor ir por mi móvil? —comienza a limpiar, evitando mirarme.

—Está bien —hago una mueca.

Me pongo de pie, y camino en dirección a la habitación de mi amiga. Una vez ingreso en esta no tardo en hayar su móvil. Me acerco al pequeño mueble que se encuentra al lado de su cama, y cojo lo que se me ha solicitado. Este se enciende tras la llegada de un mensaje, aguanto mi curiosidad, y me pongo en marcha hacia la cocina nuevamente.

Cuando llego, Lucinda se encuentra concentrada haciendo unos hotcakes en el sartén. Paso por su lado, y deposito su móvil en el bolsillo trasero de su pantalón.

—Gracias. Tendré listo en 5 minutos —se limita a decir.

Prefiero guardar silencio. Preparo las cosas que usualmente usamos para desayunar, y tomo asiento, quedandome a la espera de mi amiga.

Saco mi móvil de mi chaqueta para matar los minutos. Aún no tengo respuesta de Sam, debe estar durmiendo. Tom por su lado, me envía una foto en el gimnasio, ay dios. Ya veo cómo esos musculos se mantienen tan bien. Reviso mis otras conversaciones, Joe me reclama que le debo un fin de semana de salidas, tal como lo he hecho con Sam.

Te veo en un rato, celoso.

—No merezco menos. Nos vemos.

Lucinda trae en ambos platos entre sus brazos. Los hotcakes se ven extremadamente deliciosos, los ha adornado de una forma admirable.

—Se ven deliciosos —sonrio, recibiendo el mío.

—Están deliciosos —dice con orgullo.— Debemos devorarlos, tengo que estar antes en la cafetería.

—¿Por qué? —pregunto curiosa.

—Debo pedirle salir antes a la jefa. Tengo que ayudar a Harry con un asunto.

—Ah —asiento.— No creo que te diga que no, mientras no inventes que tienes alguna enfermedad...

—Es sólo salir antes —rie.— Lo tuyo fue necesario.

Niego con la cabeza riendo. Su invento me permitió disfrutar una semana completa con el hombre más perfecto que puede existir, no puedo quejarme.

Observo a Lucinda, sé que hay algo que me está ocultando, y aunque odio sentirlo, prefiero creer que es algo que me he inventado.

Desvío mi atención al plato, tal como ella ha hecho, y comienzo a saborear mi desayuno.

...

Caminamos un poco más deprisa de lo que acostumbramos. Aunque tenga el hotcake en mi garganta, no disminuyo el paso. Lucinda realmente necesita encontrar a la jefa antes de que se vaya a las bodegas donde compra la mercancía necesaria para reponer en la semana.

Doblamos, y al dar unos pasos más, nos encontramos a las fueras de nuestra ya tan querida cafetería.

—Miren quien llego antes que yo —dice Joe, tras de mí.

—Me obligaron —digo mirando a Lucinda.

Joe rodea su brazo en mi hombro y rie. Acto seguido, ingresamos a la cafetería. En ella, se encuentra Liam tras la vitrina reponiendo las donas.

—Es imposible ganarte —comenta Joe.

—Ya sabes —responde Liam, sin desviar la atención de las donas.

—Voy a hablar con la jefa —me anuncia Lucy. Yo asiento.

—Que te vaya bien.

Ella sonrie, y se va tras la oficina. Joe y yo nos acercamos a la vitrina para hablar con Liam, con el fin de matar el tiempo que queda antes de que inicie nuestro turno.

—Creí haber visto a Lucinda —comenta Liam.

—Fue a la oficina —respondo.

—Ah, el asunto del aeropuerto ¿no?

—¿Aeropuerto? —preguntamos Joe y yo al unísono.

—Sí, a mí me ha dicho que hoy debe irse más temprano, pues tiene que ir con Harry al aeropuerto.

Cuando seas mía // Tom Holland & túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora