I needed you

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Tom

Tras alejarme de los chicos en el aeropuerto todo sucedió demasiado rápido. Aunque Hazza insistió en acompañarme, decidí que era algo que debía hacer solo, así también evitaba el hecho de llamar demasiado la atención. Tomé el próximo avión que salía hacia el hogar de _______, en el cual me pase aproximadamente 16 horas.

Ahora, luego de pasar por todos los controles posibles me encuentro en las afueras del aeropuerto, completamente pérdido. Sin embargo, debo mantenerme al márgen, si algo he aprendido con todo esto, es a ser sigiloso. Saco mi móvil en un intento inútil por realizar una llamada, pues mi señal no sirve aquí. Me toma unos minutos recordar que puedo recurrir al WiFi del aeropuerto. Si bien no es de una calidad admirable, es suficiente para llamar a Lucinda a través de instagram.

El primer intento fallido, el segundo fallido, el tercero fallido, y el cuarto... fallido. Resoplo algo frustrado, pero no tengo más opción que volver a intentarlo.

¿Por qué estás tan tapado? —el rostro de Lucinda aparece por fin tras la pantalla.

—Lucinda.

—¿Qué quieres, Tom? —mi mandíbula se tensa al pensar que mi identidad ha sido descubierta, pero para mi suerte la gente continúa circulando.

—Necesito tú ayuda.

—¿Qué? ¿Para qué?

—Estoy aquí.

—¿Aquí dónde?

—En el aeropuerto. No sé cómo llegar a un hotel, o a casa de _______. Vine aquí por ella, necesito verla.

Tarda unos minutos en decidirse en responder, supongo que no le ha gustado que no tuviera la intención de estar aquí desde el minuto uno.

Ella no está en su casa, se ha quedado en el cementerio, ya ha sido el funeral.

—Oh... yo...

—Iremos por ti —me interrumpe.— Joe y yo iremos por ti, y te llevaremos al cementerio. Procura que no descubran quién eres, o sacarte de allí será imposible.

—Gracias, Lucinda. Enserio, gracias.

T/n

Horas antes...

Las lágrimas caen sin parar, la mano de mi hermana presiona la mía con fuerza. Luego de volver a mi asiento no he podido detener las lágrimas, pues todo lo que sigue sólo presiona mi pecho y mis pensamientos, dejándome sin aire.

—Esteban será recibido, y protegido en el santo reino. Amén.

—Amén —responde la mayoría de las personas que se encuentran en el lugar.

Acto seguido, un señor llega al borde del ataúd, y con su mano comienza a girar una palanca, la cual poco a poco va bajando el cuerpo de mi hermano. Mi corazón se quiebra completamente, me siento sin fuerzas para ponerme de pie, y decirle adiós. No quiero decirle adiós, pero el ataúd baja cada vez más  rápido. Los sollozos a mi al rededor se hacen cada vez más fuertes.

Cuando seas mía // Tom Holland & túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora